miércoles, 24 de diciembre de 2008

Estreno: "Ultimátum a la Tierra" (Scott Derrickson, 2008)

Sirva este discretísimo remake de la estupenda "The day the Earth stood still" del gran Robert Wise como ejemplo de la falta de ideas y creatividad que acusa el Hollywood actual, publicitada a bombo y platillo como la gran película de las Navidades pero que no pasa de ser un telefilme de lujo con buenos efectos especiales y rodada con menos pasión que un anuncio de teletienda.

La kilométrica distancia que separa este mediocre intento de taquillazo con la extraordinaria "La guerra de los mundos" de Spielberg o con su primera versión del año 1951 es directamente proporcional a la decepción que uno siente viendo cómo Hollywood es capaz de venderse a sí mismo a costa de hacer caja, renunciando a cualquier atisbo de originalidad, talento o vergüenza.

La actuación de Keanu Reeves, impasible, incapaz de mostrar emoción alguna y limitándose a caminar de un lado para otro y a leer sus líneas de guión, es una magnífica metáfora de la ilusión y pasión aportadas por los responsables del proyecto, más ocupados en hacer números con sus bancos que en preocuparse por entregar un remake digno, o en molestarse en crear algo original.


En cuanto a los otros protagonistas, Jennifer Connelly se limita a poner cara de preocupación durante todo el metraje, mientras que Jaden Smith, el hijo de Will Smith y que ya debutara con su padre en la curiosa "En busca de la felicidad", encarna a un repelente niño de los que a uno le hacen replantearse la Ley de Maltrato Infantil. Kahty Bates y John Cleese son meras anécdotas introducidas para tratar de aportar algo de prestigio en tamaño desaguisado.

De lo poco salvable de la cinta habría que destacar el aterrizaje de la esfera, la escena en el búnker tratando de descrifrar a GORT y los efectos especiales, en particular los que recrean el material del que GORT está compuesto. Respecto al contenido crítico de la cinta, este brilla por su ausencia: el supuesto contenido ecologista-humanista queda diluido en el aparatoso continente hasta el punto que al final a uno le dá igual si exterminan a la raza humana o no, con tal de que ocurra algo en la aburrida trama.

Es curioso que un director prometedor como Scott Derrickson, responsable de la notable "El exorcismo de Emily Rose", se haya declarado fan de la cinta original de Robert Wise y haya tratado de llevarla de nuevo a la pantalla desde 1993; visto el resultado la película parece más fruto de un encargo que un proyecto personal y guiado por la pasión. Una pena.




Nota: 3,5

martes, 9 de diciembre de 2008

Estreno: "La boda de Rachel" (Jonathan Demme, 2008)

El irregular pero siempre interesante Jonathan Demme acoge en esta ocasión parte de los postulados del cine Dogma para regalarnos una estimulante y refrescante variante del género del "cine de bodas", con la vista puesta en filmes como "Celebration" de Thomas Vinterberg o "Un día de boda" de Robert Altman, más que en la lamentable saga de "El padre de la novia" (versión Steve Martin, por supuesto) o en bodrios como "La boda de mi novia".

El director de la extraordinaria "El silencio de los corderos" se propone rodar su propio video doméstico del acontecimiento y usando los mínimos medios y siempre cámara en mano nos introduce en el complicado ecosistema que constituye la disfuncional y singular familia que protagoniza el enlace a lo largo de los dos días que dura la celebración.

Un magnífico plantel de actores poco conocidos, con una estupenda y sorprendente Anne Hathaway a la cabeza, es el principal atractivo de una cinta que aborda con crudeza pero también con simpatía los trapos sucios de una familia con un oscuro pasado, en la que nadie es tan culpable ni tan inocente como pueda parecer en un principio.

La recuperación de la siempre excelente Debra Winger es otro de los alicientes de esta singular película en la que la hija del gran Sidney Lumet, Jenny Lumet, debuta como guionista tras una corta carrera como actriz.

Este retrato de la clase alta bohemia norteamericana flaquea en el desarrollo de alguno de sus personajes, no detallado con la suficiente profundidad, y que puede llegar a confundir respecto a su verdadero papel en la historia. A cambio nos regala una fascinante disección del destino de esos "hijos del amor" de mayo del 68, ahora convenientemente acomodados y enfrentados a los problemas familiares que, tal vez, nunca se plantearon afrontar. La cinta respira libertad, cultura y espíritu hippie por cada uno de sus poros, y las continuas referencias y subrayados musicales (algunas veces consiguen llegar a hartarnos) nos sirven como valiosos apuntes para el dibujo de muchos los personajes principales.

Escenas tiernas que rozan lo cursi se entremezclan con otras duras y desgarradas (estupenda la escena de la competición frente al lavavajillas), siendo la relación entre ambas hermanas, las excelentes Anne Hathaway y Rosemarie DeWitt, el motor que mueve esta turbulenta historia.

Muy adecuadamente ambientada, desde la decoración de la casa familiar con ese toque entre oriental y psicodélico, hasta las contínuas referencias musicales (desde Neil Young hasta el folcklore palestino) y ese aire entre dramático y despreocupado de los protagonistas confieren a la cinta un sabor especial, haciendo de "La boda de Rachel" una cinta diferente a lo habitual, colorista, multicultural y optimista a pesar de la dura historia que cuenta.

Jonathan Demme acierta en su cambio de dirección tras la mediocre "El mensajero del miedo" y se acopla sin problemas al cine más indie, volviendo la vista atrás hacia sus prometedores inicios con "Casada con todos" o "Algo salvaje", declarando su amor por la música como ya hiciera en "Stop making sense" de los Talking Heads o en sus grabaciones para Bruce Springsteen, New Order, Pretenders o Neil Young, y sobre todo demostrando una juventud y una buena salud cinematográfica fuera de toda duda.


Nota: 7

domingo, 23 de noviembre de 2008

Estreno: "Quantum of Solace" (Marc Foster, 2008)

La saga Bond está de enhorabuena. Tras la estupenda "Casino Royale" del "reincidente" Martin Campbell, su continuación está a la altura de lo esperado y nos descubre a un Marc Foster bien desenvuelto en el género de acción.

El punto de partida de esta entrega nº 22 es precisamente el punto en el que lo dejaba la anterior "Casino Royale", y será precisamente el afán de venganza del protagonista el motor que mueva la trepidante trama, en la que apenas hay momentos de respiro y que coloca el listón muy alto a posteriores entregas.

Los más puristas tendrán argumentos más que sobrados para criticar el nuevo rumbo que ha tomado la saga: este nuevo Bond es más rudo, más violento, menos mujeriego y tiene menos sentido del humor; además, "M" es una mujer. A cambio, la acción y la elegancia pasan a un primerísimo plano, se olvidan las frases lapidarias o los escarceos que en anteriores entregas no hacían sino entorpecer la trama y se va directo al grano, lo cual, desde mi punto de vista, es muy de agradecer.

La oportuna actualización del personaje es responsabilidad en parte del gran guionista Paul Haggis, quien en colaboración con Neal Purvis y Robert Wade (paradójicamente, responsables también de las últimas entregas con Pierce Brosnan "Muere otro día" y "El mundo no es suficiente" en las que la fórmula parecía ya agotada, así como de la deleznable "Johnny English") firma un guión complejo, ágil e incluso ingenioso, pero a su vez adolece de cierta ingenuidad en su afán de crear una política ficción de entidad, especialmente en sus teorías de la conspiración con respecto a la implicación de la CIA en los regímenes totalitarios sudamericanos, así como en el oportunista y trasnochado mensaje ecologista-libertador de los protagonistas.

Mathieu Almaric, el protagonista de la excelente "Finales de agosto, principios de septiembre" y de la extraordinaria "Munich" de Spielberg, parece haberse hecho ya un importante hueco en Hollywood, dando aquí vida al inquietante villano de turno, un ser cruel y lleno de complejos encarnado con suficiente solvencia y con la discreta presencia que requiere el personaje. Respecto a "nuestro" Fernando Guillén Cuervo, anunciado a bombo y platillo como "el malo de la película", apenas se deja ver en un par de secuencias.

Esta nueva etapa está también marcada por una reducción en el número de "chicas Bond" por entrega, limitándose a prácticamente dos en esta "Quantum of solace", la ucraniana Olga Kurylenko y la británica Gemma Arterton. La reducción en la cantidad de papeles femeninos viene acompañada por un mayor peso de los mismos en la historia, y si bien en "Casino Royale" la presencia de Eva Green era uno de los catalizadores de los acontecimientos, en este caso el papel de Olga Kurylenko, motivado al igual que Bond por su deseo de venganza, será fundamental en el desenlace de la cinta.

Marc Foster ha sabido crear un espectáculo entretenidísimo, trepidante y con cierta dimensión; a pesar de crear cierta confusión en las escenas de acción abusando de la cámara en mano y el montaje precipitado, en conjunto la película es divertida, plásticamente espectacular y coherente (a pesar de todo) con el resto de la saga.

Daniel Craig es, para quien escribe, el mejor Bond desde Sean Connery y tiene no pocos puntos en común con él. Dureza, crueldad, frialdad y elegancia se dan por igual manera en ambos y a partir de ahí ya es una cuestión de gustos. Timothy Dalton también reunía estas cualidades, pero su menor presencia y la mala suerte de haber aparecido en el momento más bajo de la saga jugaron en su contra. Roger Moore y Pierce Brosnan aportaron unas mayores dosis de comicidad y socarronería al personaje pero terminaron por agotar su fórmula. Craig reune la suficiente presencia física y elegancia, a la vez que la necesaria brutalidad y aparente falta de escrúpulos que necesita el agente del MI-6 en sus inicios, no olvidemos que estas nuevas entregas tratan del Bond anterior al que todos conocemos.

Merece la pena destacar la secuencia en la Ópera de Viena, donde un magnífico montaje paralelo nos muestra una espectacular puesta en escena de "Tosca", de Puccini a la vez que nuestro protagonista "hace su trabajo". La persecución inicial por las calles de Siena, igualmente en montaje paralelo con la carrera del Palio en la Plaza del Campo, la escena de la caída desde el avión o el final en el hotel del desierto son también momentos que merecen ser contemplados en pantalla grande. Una extraordinaria aportación a una saga que goza de una segunda juventud. Falte le hacía.


Nota: 7

domingo, 9 de noviembre de 2008

Estreno: "Red de mentiras" (Ridley Scott, 2008)

Lejos quedan ya los días en los que un no tan joven director británico procedente de la televisión irrumpía en Hollywood con una trilogía de películas en lo que supuso uno de los debuts más espectaculares que se recuerdan. Tanto "Los duelistas", magnífica adaptación de un relato de Joseph Conrad, como "Alien, el octavo pasajero" y "Blade Runner", ambas obras de culto y cimas del género de la ciencia ficción, hacían presagiar lo mejor sobre el cineasta. Pero hasta aquí llegó la cosa.

Los siguientes filmes de Ridley Scott fueron desde la curiosa anécdota ("Legend") a lo convencional ("Black Rain" o "La sombra del testigo"), pasando por un sonoro éxito que más tuvo que ver con el mensaje de la cinta que con su calidad cinematográfica ("Telma & Luise") para acabar hundiéndose en la mediocridad más absoluta (La soporífera "1492" y las insultantes "Tormenta blanca" y "La teniente O´Neill").

Pero el 2000 fue el año de su resurrección. Hollywood volvió a creer en él a tenor del desmesurado éxito de su "Gladiator", un filme lleno de virtudes y defectos casi a partes iguales y que se alzó con el Oscar a la mejor película ese año. "Gladiator" marcó el comienzo de una nueva juventud para Scott, quien desde entonces ha contado con el beneplácito de la crítica y el público, convirtiéndose en uno de los directores más rentables de Hollywood durante la presente década.

Así, el Ridley Scott del siglo XXI se ha caracterizado por abordar cintas de acción con un resultado muy superior a la media de sus colegas, situándose en este sentido casi en un mano a mano con Michael Mann, así como por enfrentarse a otra serie de películas de corte más intimista ("Un buen año" o "Los impostores") y de las que ha conseguido salir más que airoso. Es en ese primer grupo de cintas, al que también pertenecerían sus "Black Hawk derribado", "American gangster" o la mencionada "Gladiator", donde cabría incluir esta "Red de mentiras", vibrante y entretenidísimo thriller rodado con un gran pulso y que constituye su cuarta colaboración con ese monstruo de la interpretación que es Russell Crowe.

La principal virtud de la cinta es hacer que 128 minutos pasen en apenas un suspiro, ya que Scott apenas deja que la trama se relaje y consigue que esa sensación de que "algo puede pasar en cualquier momento" sobrevuele a lo largo de toda el metraje. Las escenas de acción, como también ocurría en "Black Hawk derribado", cortan la respiración pero no consiguen distraernos de una trama compleja en la que atentados, conspiraciones, tramas ocultas y, sobre todo, verdades manipuladas dirigen una dura historia de supervivencia y amistad en mitad de la mayor guerra que se libra hoy en día, y acerca de la cual la película se muestra pesimista hasta el límite.

Tal vez sea el punto de vista el mayor lastre de la cinta, ya que sus tímidos intentos críticos con la intervención estadounidense en Irak se quedan en apenas una anécdota de escasa entidad, y lo que a priori podría parecer un filme contestatario se revela como un blockbuster de lujo dirigido al puro entretenimiento.

Crowe y Di Caprio están estupendos, el primero en un papel cómodo, similar al desarrollado en "Un buen año", pero con unas dosis de cinismo y socarronería añadidas que lo convierten en el contrapunto perfecto al resto de la dura y sangrienta historia. Di Caprio, en un papel que comparte no pocas similitudes con el de "Diamante de sangre", es quien lleva el peso dramático de la cinta, tarea que resuelve con absoluta solvencia y convicción hasta el punto de tener pocas escenas a lo largo de la película que no requieran caracterización.

Scott nos propone una descripción del enfrentamiento entre el pasado y el futuro en esta guerra que los dueños de los satélites, de los móviles e internet tratan infructuosamente de ganar a los primitivos, fanáticos y destecnologizados fundamentalistas musulmanes. El recurso de la vista desde el avión espía, que muchas veces a lo lago de la cinta nos ayuda a colocarnos en situación, es una valiosa metáfora de lo inútil que la tecnología resulta en una guerra de estas características.

Las influencias más inmediatas de la cinta pueden rastrearse en la magnifica "Munich", de Spielberg, así como en la entretenida pero ñoña "The Kingdom", de Peter Berg o en la mediocre pero inquietantemente visionaria "Estado de sitio" de Edward Zwick, aunque sobre todo es su "Black Hawk down" la que estilísticamente más podría identificarse con esta recreación de la "guerra de América contra el fanatismo".

En definitiva, un paso más de Ridley Scott hacia la excelencia comercial y bienhacer artesanal, a la vez que un paso más alejándose del estatus de "director de culto" que sus tres primeras y excelentes cintas le confirieron. Parece que su siguiente aventura le llevará por este mismo camino, una adaptación de la historia de Robin Hood de título "Nottingham" en la que el famoso arquero de Sherwood será interpretado por....¿adivinan quién?
Nota: 7

domingo, 12 de octubre de 2008

Estreno: "Quemar después de leer" (Joel y Ethan Coen, 2008)

Si hiciéramos un minucioso estudio de la prolífica y ejemplar filmografía de los hermanos Coen no nos quedaría más remedio que categorizar sus películas en "obras maestras", "cintas de culto" y "filmes menores". No es esta "Quemar después de leer" una de sus obras maestras (para quien suscribe serían sólo tres: "Muerte entre las flores", "Fargo" y "No es país para viejos"), pero seria complicado introducirla en cualquiera de las otras dos categorías, ya que si bien a priori la cinta parece una de sus obras menores, la vocación de película de culto que contiene la cinta es innegable.

Algo similar ocurrió con la extraordinaria "El gran Lebowski", tildada en su momento de frivolidad de los hermanos de Minneapolis y convertida con el tiempo en una obra a reivindicar dentro de lo mejor de su filmografía. Y es que ambas cintas comparten una peculiar iconografía a base de personajes estrafalarios, situaciones hilarantes, estética cercana al "cartoon" y un negrísimo sentido del humor, además de un excelente plantel de actores. Si en aquella "El gran Lebowski" eran Jeff Briges, John Turturro, Julianne Moore, Steve Buscemi y John Goodman los principales responsables del desternillante resultado de la cinta, en esta "Quemar después de leer" son Brad Pitt, John Malkovich, Tilda Swinton y sobe todo George Clooney y Frances McDormand quienes se encargan de hacernos creibles a los especímenes que pueblan el estupendo guión de los Coen.

Es "Quemar después de leer" un auténtico muestrario de la estupidez humana y sus consecuencias, y queda bien claro que para poder retratar a un estúpido de grado mayor hace falta un actor muy inteligente y con capacidad para reirse de sí mismo sin llegar a resultar ridículo, y es a eso precisamente a lo que juegan Pitt, McDormand, Malkovich y Clooney, creando unas caricaturas de sí mismos que pocos actores del Hollywood actual serían capaces de afrontar con un digno resultado.

Este puzle de historias perfectamente engarzadas contrapone la peligrosa y osada "estupidez intolerable" de la mayoría de los principales personajes de la cinta frente a la frialdad y manipulación que exhiben los dos "personajes inteligentes" de la cinta, encarnados por una excelente e inquietante Tilda Swinton y una correcta Elizabeth Marvel, hasta el punto de rozar el alegato misógino en diferentes momentos de la película en los que no cabe sino apiadarse de los lamentables personajes masculinos y sus respectivos destinos.

A pesar de ello, la reina de la función es esa magnífica actriz que es Frances McDormand cuyo personaje, haciendo gala de una superficialidad, audacia y falta de inteligencia llevados al extremo, es el motor de esta hilarante y sangrienta historia de malentendidos, casualidades, engaños y manipulación.
George Clooney, quien parece haberle cogido al gusto a trabajar con los Coen en esta su tercera colaboración, compone un patético personaje que estaría en las antípodas de lo que nos tiene acostumbrados, olvidándose de su etiqueta de maduro galán para dar vida a un ser atormentado, paranoico, mentiroso compulsivo, vicioso e irresponsable que se apropia de gran parte de los momentos más descacharrantes de la cinta.

La galería de secundarios es espectacular (Manolo el trabajador del gimnasio, los agentes de la CIA, el agregado cultural ruso, etc.) y responsable de los momentos más hilarantes de la película, y especialmente Brad Pitt, quien no tiene el más mínimo reparo en hacer de tonto supremo de la función, nos regala una de sus mas desternillantes caracterizaciones que junto con las de "Snatch", "Babel", "El club de la lucha" y "12 monos" estaría entre lo mejorcito del actor.

Tras el bajón de calidad que supusieron los primeros años de la presente década para los Coen, con filmes de inferior calidad a lo habitual como "The Ladykillers", "O Brother" o "Crueldad intolerable" parece que han remontado el vuelo, primero con la magistral "No es país para viejos" y después con esta estupenda, divertidísima y, quien sabe, posible obra de culto "Quemar después de leer". Esperemos que las múltiples cintas que ya tienen en preparación mantengan el nivel.



Nota: 7,5


lunes, 29 de septiembre de 2008

Estreno DVD: "John Rambo: Vuelta al infierno" (Sylvester Stallone, 2008)

De todas las sagas que triunfaron comercialmente en las últimas décadas del pasado siglo y que se empeñan en tener continuidad en el presente, tal vez sea la de "John Rambo" la que se haya visto beneficiada por una mayor honestidad y respeto al original. El rotundo fracaso artístico de la nueva trilogía de "Star Wars", el desconcertante espectáculo de un Indiana Jones muy metido en años o el insulso retorno de Supermán o Terminator hacían albergar pocas esperanzas (más bien ninguna) sobre el retorno de uno de los personajes que más dió que hablar en el cine de los años 80, y que con tres películas de muy discreta calidad había conseguido batir records de audiencia y expectación, dando pie a todo un icono cinematográfico imitado y referenciado hasta la extenuación.

Lo cierto es que tras un más que digno comienzo de saga con ese "Acorralado" de Ted Kotcheff basado en el libro "Primera Sangre" de David Morrell, la saga se fue a pique en términos de calidad, aunque todo lo contrario en términos de rentabilidad económica siendo su continuación, la deplorable "Rambo" de George Pan Cosmatos (y con James Cameron firmando el guión junto al propio Stallone) uno de los hitos comerciales del cine de la citada década. La inevitable segunda secuela, la peor aún "Rambo III" sólo conseguía perpetuar una fórmula agotada ya desde el primer fotograma de la anterior, ofreciendo un lamentable espectáculo que en su momento consiguió el dudoso honor de ser la película de la historia que más muertes mostraba en pantalla. Toda una joyita.

Con estos antecedentes no es extraño que el espectador con un mínimo de respeto y cariño por el cine se acercara con auténtico terror a este "Rambo IV", destinado a priori a batir records de lamentabilidad y pateticismo y a hacer suya la máxima de que "si segundas partes nunca fueron buenas ¿por qué llegar a hacer cuatro?".

Stallone dijo en una de las entrevistas promocionales de la cinta que lo que pretendiá con este regreso era hacer una película pacifista mostrando una nueva faceta del héroe. Nada más lejos de la realidad: el motor que mueve este "John Rambo" es precisamente ese primitivo instinto de destrucción de todo aquello que resulta odioso y desagradable. Y es que el Stallone director se empeña durante más de la mitad de la cinta en mostrarnos lo malos que pueden llegar a ser los malos, en este caso los militares Birmanos, para poder justificar esa sangría final, sádica como pocas veces se ha visto en pantalla, en la que el espectador sufre y disfruta a la vez viendo cómo los villanos son desmembrados, despedazados, reventados, acribillados, y todo ello filmado con una crudeza y una minuciosidad que hacen pensar que si Sly hubiera cogido las riendas de las dos anteriores entregas tal vez otro gallo hubiera cantado.

Y es que si bien el Stallone actor hace mucho que lo dijo todo (no hay que olvidar actuaciones memorables como la del primer "Rocky" o la de "Cop Land"), el Stallone director resulta un agradable descubrimiento a pesar de haber sido su primera (y discreta) "La cocina del infierno" su mayor hito hasta el momento en ese sentido. Stallone se muestra ágil y certero rodando escenas de acción, se atreve a homenajear al Coppola de "Apocalypse now" en alguno de los planos en el barco que surca el río, e incluso se suelta con algún que otro discreto plano secuencia que sube el listón fílmico de una historia que no dá para mucho más.

Pero el mayor "atractivo" de la cinta es mostrar la guerra tal y como es. Si Spielberg consiguió que nos sintiéramos como en mitad del desembarco de Normandía en esa obra maestra que es "Salvar al soldado Ryan", Stallone pretende hacer lo propio en una guerra de guerrillas en plena selva Birmana y con armamento moderno. Y vaya si lo consigue: el realismo de las escenas bélicas es sobrecogedor, pero a diferencia de la cinta de Spielberg aquí no hay historia que contar más allá de la mera anécdota sobre un rescate en la jungla que se convierte en la excusa para que Stallone se despache a gusto con todos sus enemigos.

Es este "John Rambo" un regreso que mejora una saga dificilmente empeorable, tan impactante visualmente como vacía ideologicamente, que nos descubre un Stallone director que realmente sabe mover la cámara y sorprendernos con su puesta en escena. Hasta el punto que ahora prepara un biopic sobe el escritor Edgar Allan Poe. ¿Será este su cambio de rumbo hasta convertirse en un nuevo David Lean? Apuesten.


Nota: 5

domingo, 21 de septiembre de 2008

Estreno: "Vicky Cristina Barcelona" (Woody Allen, 2008)

Tras el relativo fracaso de su anterior "El sueño de Cassandra" los agoreros de turno ya ponosticaban por enésima vez el declive del creador neoyorkino, quien parece necesitar de cuando en cuando una película menor (o dos) para poder remontar el vuelo. Ya ocurrió en otras ocasiones (obras maestras como "Hannah y sus hermanas", "Delitos y faltas", "Maridos y mujeres" o "Match point" venían precedidas de películas menos interesantes del director), y algo similar ha ocurrido en esta ocasión.

No es esta estupenda "Vicky Cristina Barcelona" una de las (contadas) obras maestras de Woody Allen, pero sería injusto calificarla de filme menor en su carrera. Todos los temas que tan bien sabe manejar el director están aquí presentes (el amor, el Arte, las relaciones de pareja, el proceso creativo...) y desarrollados con la misma solvencia de siempre, la dirección de actores vuelve a ser soberbia, y los diálogos son especialmente ágiles.

Tal vez su mayor problema sea la perspectiva ya que, como espectadores españoles, los inevitables tópicos sobre el país tanto en el ámbito musical ("Granada" de Isaac Albéniz y "Entre dos aguas" de Paco de Lucía suenan recurrentemente a lo largo de toda la cinta) como en los demás aspectos "typical spanish" (el "latin lover" encarnado por Bardem, el poco creíble personaje del padre de este o la arquetípica mujer mediterránea interpretada por Penélope Cruz) pueden llegar a rechinar ligeramente sobre todo durante la primera mitad de la película.

Pero es precisamente este alejamiento de las ataduras morales y estilísticas de su país de origen el verdadero descubrimiento de "Vicky Cristina Barcelona": Woody Allen juega a acercarse a Almodóvar, Bigas Luna o Ventura Pons, y sin perder un ápice de su personalidad consigue una perfecta conjunción del estilo neoyorkino con el atrevimiento mediterráneo haciendo gala de una libertad creativa pocas veces vista en el realizador.

Woody Allen sigue siendo un turista de lujo, un voyeur privilegiado que dá rienda suelta a sus fantasías, miedos y obsesiones a través de sus protagonistas y nos deja conocerle un poco mejor con cada película que nos regala. Sus intereses permanecen centrados en una alta burgesía, dá igual que sea londinense, neoyorkina o catalana, cuyas inquietudes pasan por el arte, la gastronomía, la arquitectura, la música, una eterna búsqueda de la belleza que también aparece reflejada en la permanente insatisfacción que soportan sus protagonistas, siempre a la deriva buscando esa belleza ideal que puede aparecer en forma de una pintura expresiva, una canción emotiva, una sugerente fotografía o una noche inolvidable.

Como en casi todas sus películas, las actrices se llevan la película de calle. En esta ocasión son dos de ellas, Penélope Cruz y Rebecca Hall, quienes se adueñan de la función pasando por encima de unos correctos Javier Bardem y Scarlett Johansson y que junto a la hermosísimamente retratada Barcelona (cortesía de nuestro Javier Aguirresarobe), constituyen el verdadero trío protagonista de la cinta.

El guión, como no podía ser de otra forma, es una pequeña joya en la que con la excusa de la visita de unas turistas norteamericanas a Barcelona y valiéndose de certeros e inteligentes diálogos Woody Allen diserta sobre las diferencias culturales entre Estados Unidos y Europa, reflexiona sobre la naturaleza y la validez de las relaciones amorosas al uso, enfrenta la practicidad de la estabilidad sentimental contra la idealización del amor imposible y sobre todo ensalza el valor del disfrute del instante presente y el aprovechamiento de lo que la vida nos ofrece en cada momento, representado esto último en ese crisol de sensaciones, vivencias y estímulos que es Barcelona.

A Woody Allen parece que la distancia con su querida Mahattan no le sienta tan mal. Nunca antes se nos mostró con tal libertad creativa y audacia en sus planteamientos como en esta aventura española, y si bien la película no sea tan redonda como nos tiene acostumbrados bien merece la pena su visionado, aunque sólo sea por disfrutar de un director en plena madurez creativa pero que rebosa juventud en sus ideas y que hace gala de una lucidez, una inteligencia y una exquisitez poco habituales en el cine de hoy.



Nota: 7,5

domingo, 7 de septiembre de 2008

Estreno: "El tren de las 3:10" (James Mangold, 2007)

El logro de conseguir reunir en su segunda película a actores de la talla de Ray Liotta, Robert de Niro, Harvey Keitel y especialmente a Sylvester Stallone consiguiendo hacerle parecer un actor, y salir bien parado del intento era, hasta el momento, el mayor hito del director James Mangold quien en aquella "Copland" nos ofrecía un más que digno thriller policial en el que el orgullo herido del degradado protagonista encarnado por Sly era el desencadenante de los sangrientos acontecimientos con los que culminaba la cinta.

Es precisamente esa "dignidad fílmica" la que ha caracterizado la carrera de Mangold desde entonces, no pudiendo pasar de lo puramente correcto bien en sus discretos biopics ("Inocencia interrumpida" y "En la cuerda floja"), bien en sus insulsas incursiones en el cine de género ("Kate & Leopold" o "Identity"). No es por ello arriesgado asegurar que este estupendo remake de "3:10 to Yuma", basado a su vez en un relato corto de Elmore Leonard, es su mejor película hasta la fecha.
Mangold echa la vista atrás y vuelve a recurrir a la receta que tantas alegrías le proporcionó en aquella "Copland", retratando un duelo psicológico entre dos protagonistas no tan antagónicos como cabría esperar en el que el orgullo herido y la necesidad de redención actúan como catalizadores de los hechos en los que desemboca la cinta. Evidentemente, para que esta receta pueda funcionar hacen falta dos protagonistas que puedan estar a la altura y consigan transmitir la profundidad psicológica necesaria para que la historia funcione; y hé aquí una de las grandes bazas de la película: dos grandes actores, Christian Bale y especialmente Russell Crowe, en su mejor momento artístico y con el carácter y la presencia necesarios para hacer que este "western menor" llegue a la categoría de "pequeño clásico moderno".

Si bien Mangold prioriza los primeros planos frente a los espectaculares paisajes, la cinta no se queda en el simple estudio de caracteres y nos regala numerosas escenas de acción, tiroteos estupendamente rodados y sonorizados y unas buenas dosis de tensión, ya desde su excelente arranque hasta su sangriento desenlace, bajando muy poco el pistón a lo largo de sus más de dos horas de metraje.

Otro de los atractivos de la cinta está en los personajes secundarios, desde un recuperado Peter Fonda y un estupendo e inquietante Ben Foster hasta el "casi cameo" de Luke Wilson, pero es sobre todo Logan Lerman quien con su intensa encarnación del hijo de Christian Bale consigue elevar varios puntos la carga dramática de la cinta.

Fuera del apartado interpretativo merece destacarse la magnífica banda sonora de Marco Beltrami nominada al Oscar, especialmente en la escena de la carrera hacia el tren que constituye el clímax de la película y en la que Beltrami consigue multiplicar la tensión y grandiosidad que las imágenes de por sí ya contienen.

Con claras referencias a los clásicos modernos del Western como "Open Range" y especialmente "Sin perdón", la cinta propone una digna recuperación del género y un entretenidísimo espectáculo sustentado en grandes interpretaciones y en un director con buen pulso y empeñado en ir más allá de la simple cinta de acción y dejar que lo que aparece en la pantalla sea casi tan importante como lo que no se vé.



Nota: 7


sábado, 30 de agosto de 2008

Estreno: Hellboy II: El ejército dorado" (Guillermo del Toro, 2008)

La carrera de Guillermo del Toro en Hollywood podría dibujarse fácilmente en tres etapas: una inicial en la que, a raíz del éxito internacional de su primera película "Cronos", asume la realización de encargos que a priori encajan con sus gustos cinematográficos. A esta etapa, caracterizada por la intención de dejar su huella en producciones que en principio le son ajenas, pertenecerían "Mimic" y la segunda parte de "Blade". Una segunda etapa la marcarían sus producciones hispanas, coproducciones entre México y España (y ocasionalmente USA) en las que se enmarcarían sus "El espinazo del diablo" y "El laberinto del fauno" y en la que comienzan a aparecer con cuentagotas retazos de su imaginería visual y de su estilo personal como narrador fílmico. Su tercera etapa se caracteriza por ser la más personal; es aquí donde Del Toro se encuentra como pez en el agua y donde consigue dar rienda suelta a todas sus fantasías y obsesiones canalizándolas a través de imágenes cargadas de un fuerte componente onírico y de gran fuerza visual, que nos descubren a un gran creador de sueños.

Es a esta tercera etapa a la que pertenecen sus dos "Hellboy", adaptaciones del personaje de cómic creado por Mike Mignola (en esta segunda parte también coguionista), y especialmente en esta "El ejército dorado" es donde Del Toro ha conseguido su filme más personal, su mayor despliegue imaginativo y su más alta cota de creación visual hasta el momento.

En esta película, como en casi todas las del director, lo que se cuenta es menos importante que el cómo se cuenta. Si bien el guión es sencillo y casi esquemático a pesar de un desarrollo más profundo de los personajes principales de lo que viene a ser habitual en el género, la imaginería visual de la cinta es apabullante, basten como ejemplos el personaje del profesor Johann Krauss o la galería de fascinantes criaturas que desfilan por el mercado Troll.

Lo que en la primera parte de la saga era presentación de los personajes y un cuidado desarrollo de sus perfiles (repito, hablamos de una película de superhéroes) en esta segunda es acción sin apenas respiro, con algún que otro leve bajón de rítmo hacia la mitad de la película: una prescindible historia de amor entre dos de los protagonistas que, sin embargo, nos ofrece uno de los mejores momentos de la saga con Hellboy y Abe borrachos y cantando canciones de amor.

Son precisamente los actores los responsables de gran parte del atractivo de la cinta: el camaleónico Doug Jones, acostumbrado a no enseñar su rostro en pantalla, esta vez asume tres papeles diferentes (Abe Sapien, el Chambelán y el Angel de la Muerte); los veteranos John Hurt y Jeffrey Tambor repiten en sus papeles anteriores, pero sobre todo Ron Perlman (a quien los productores quisieron sustituir en la primera parte por el "actor" Vin Diesel y que gracias a la insistencia del director no lo consiguieron) consigue una recreación perfecta de Hellboy logrando transmitir las dosis justas de socarronería, inocencia y mala leche que el personaje requiere.

"Hellboy II, el ejército dorado" hará las delicias de quienes busquen un digno entretenimiento, no defraudará a los seguidores de Guillermo del Toro y mucho menos a los seguidores del personaje de cómic y agasajará los asiduos del fantástico con su avalancha de asombrosos personajes, imaginación desbordada y estética barroca. En vista de que Peter Jackson se ha negado a dirigir "El Hobbit", ¿Quien mejor que Guillermo del Toro para asumir el reto? Esperamos ansiosos.




Nota: 7

martes, 19 de agosto de 2008

Estreno: "El caballero oscuro" (Christopher Nolan, 2008)

Hace ahora unos 36 años que un joven director de nombre Francis recibía un encargo de la Paramount para rodar una película de género con un gran presupuesto. En esta, su novena película, Francis pudo contar con actores que ya conocía y con los que ya había trabajado antes (de nombres James y Robert) así como con estrellas de primera línea y grandes actores que empezaban a despuntar en aquel momento, pero sobre todo contaba con un talento fuera de lo común para narrar historias con la cámara y hacer que sus actores dieran lo mejor de sí. La película ha pasado a la historia no ya como la mejor de un género, el de gangsters, sino como la mejor (o una de las tres mejores) de la historia del Cine. Por supuesto, me refiero a "El padrino".

En 2007 un joven director de nombre Christopher recibe un encargo de la Warner para dirigir la secuela de su anterior película sobre el superhéroe de D.C. Batman. En esta su sexta película Christopher cuenta con un gran presupuesto, con actores que ya conoce bien y con los que ha trabajado en varias ocasiones (de nombres Christian y Michael), así como con estrellas de primera línea y actores que empiezan a despuntar en este momento, pero sobre todo con un talento fuera de lo común para filmar historias y hacer que sus actores den lo mejor de sí. La película está pasando a la historia del Cine no solo como la mejor hecha hasta el momento en un género, el de superhéroes, que nos ha dejado gratas sorpresas cargadas de calidad (X-men, Hellboy, Iron man, Spiderman 2, los Batman de Tim Burton...), sino como una de las mejores de la historia del Cine. Por supuesto, me refiero a "El caballero oscuro".


Esta película supera todas las espectativas posibles se mire por donde se mire. El elenco de actores es soberbio, Christian Bale aporta una presencia imponente como un Bruce Wayne difícil de superar (Michael Keaton queda como una curiosa anécdota a su lado), Morgan Freeman, Michael Caine y especialmente Gary Oldman están perfectos en sus papeles, Aaron Eckhart, actor extraordinario, aquí realiza su mejor interpretación hasta el momento, y lo de Heath Ledger es algo sobrenatural, su sobrecogedora encarnación del Joker hace que Jack Nicholson parezca un actor de teatro de barrio en el primer Batman.

El guión es extraordinario. Los hermanos Nolan consiguen ir más allá de lo que a priori se espera de una película de este tipo y a pesar de tomarse ciertas licencias narrativas , por otra parte permisibles según las reglas de este género, el libreto es un complejo e interesantísimo estudio sobre la fragilidad del héroe, la naturaleza del mal y la condición humana que desarrolla con auténtico mimo a cada uno de sus personajes y apenas deja cabos sin atar en su desenlace (tan solo el destino de un par de los personajes que, suponemos, se desvelará en una tercera entrega).
La dirección, tanto de actores como al planificar las escenas es soberbia. Pocas veces en los últimos años se ha visto un elenco masculino actuando a este nivel (desde Glengarry Glen Ross o Sin perdón no recuerdo nada igual) y la actuación de Ledger, que desde luego merece ser contemplada en su versión original, es tan desasosegante, tan siniestra, tan perfecta que es difícil que no deje huella en el espectador.

La película está plagada de grandes escenas rodadas con maestría: El atraco inicial, la persecución del furgón policial, el secuestro en Hong Kong, todas ellas perfectamente planificadas y consiguiendo que el espectador sepa en cada momento lo que ocurre y porqué ocurre (exactamente lo contrario que consigue Michael Bay), pero la escena del Joker saliendo del hospital es algo absolutamente delirante, parte ya de la iconografía del Cine.

Es difícil ver fallos en una obra tan redonda como esta, tal vez el error de casting con la protagonista femenina (lo mismo ocurría en "Batman begins"): Maggie Gyllenhaal es una actriz discreta y con poca presencia que queda empequeñecida ante la excelencia del reparto masculino. Por lo demás "El caballero oscuro" es a las películas de superhéroes lo que "El padrino" a las de gangsters, lo que "Salvar al soldado Ryan" al bélico, lo que "Sin perdón" al western, lo que "La guerra de las galaxias" a la ciencia ficción o lo que "El exorcista" al género de terror, la cumbre de un género cada vez más digno, una más que probable obra maestra.



Nota. 9,5

domingo, 17 de agosto de 2008

Estreno DVD: "Viaje a Darjeeling" (Wes Anderson, 2007)

El viaje a Darjeeling que nos propone Wes Anderson en esta su quinta película (sin contar los cortometrajes "Bottle Rocket" y "Hotel Chevalier", este último concebido como preludio precisamente al film que nos ocupa) va más allá de la simple parodia del viaje a la India en busca de la espiritualidad; quien busque en esta atípica comedia un humor de trazo grueso, chistes fáciles o mofa de los clichés hindúes habituales sin duda saldrá defraudado.

Porque esta película es una auténtica declaración de intenciones del director, una carta de amor a un país y a una forma de ver la vida que, sin duda, le fascina y de este modo lo refleja, con la ayuda de sus tres estupendos protagonistas (los habituales Jason Schwartzman y Owen Wilson y la novedad, el magnífico Adrien Brody) y del hijo de Francis Ford Coppola, Roman Coppola, quien tras su discreta "CQ" repite como guionista, productor y director de la segunda unidad.
Pero la película pertenece enteramente a Wes Anderson. Su sentido del humor sui generis, su particular visión estética, su permanente obsesión con las relaciones familiares, todos sus toques de estilo rebosan esta cinta exquisitamente rodada y cargada de simbolismo en casi cada escena.

Este viaje por la India de tres hermanos que buscan una solución a sus conflictos a través de la espiritualidad se convierte en una auténtica catarsis fílmica en la que gran parte de lo que aparece en pantalla tiene un doble significado, desde el hombre de negocios que intenta coger el tren y es superado por el personaje que interpreta Adrien Brody hasta el equipaje del padre (y su destino final, que no desvelaré), y lo que en principio parece una comedia al uso termina por revelarse como una magnífica metáfora de lo que ha de cambiar y lo que ha de permanecer para que la vida pueda continuar.

El estilo de rodar de Anderson es sobrio y elegante, lo que contrasta llamativamente con su estridente puesta en escena en la que cada plano se sobrecarga con multitud de detalles que, lejos de lo azaroso, siempre aportan significado al resto de lo que aparece en pantalla. Estéticamente, y al igual que en sus películas precedentes, el film es apabullante; La India constituye un escenario perfecto para que Anderson dé rienda suelta a su pasión naif y colorista, y como buen admirador de lo retro con criterio, el vestuario (Milena Canonero y Louis Vuitton), la excelente banda sonora a cargo principalmente de bandas sonoras de clásicos de Bollywood o la magnífica fotografía del habitual Robert Yeoman son auténticas señas de identidad fílmica de este "dandy del surrealismo".

Resulta difícil destacar alguna escena dentro del enorme surtido de planos secuencia perfectamente planificados, escenas hábilmente rodadas dentro del tren o espléndidos exteriores que nos regala la película, pero tal vez el paralelismo que se dibuja entre los dos funerales, la divertida pelea entre los tres hermanos dentro del tren o la definitiva catarsis en el templo en la que una escena simbólica en la que la cámara recorre un tren desevela muchos interrogantes (y que a su vez desemboca en otra divertida escena con los tres hermanos celebrando un ritual sobre una colina) sean buenos ejemplos de lo que Anderson nos ofrece en este singular y a su vez clásico acercamiento al cine "made in India". No por nada se nombra en los agradecimientos al gran James Ivory.




Nota: 8

sábado, 9 de agosto de 2008

Estreno: "WALL-E" (Andrew Stanton, 2008)

Si hubiera que buscar unas referencias cinematográficas para esta última maravilla que nos regala PIXAR no habría que limitarse con buscar en el cine de ciencia ficción de los últimos años, ni siquiera en las creaciones de la propia PIXAR o de Disney, porque las raices y la esencia de WALL-E están en Chaplin, en Keaton, en el Cine como vehículo para contar historias de forma visual, en el que lo sonoro es un mero accesorio.

Y es que los primero 30 minutos de la película, en los que no aparece un sólo diálogo y durante los que asistimos al día a día de un robot, el último sobre la tierra, cuya rutina se ve alterada por una inesperada visita, podrían contarse como los mejores de la historia del cine de animación. Pero cuando aparece el primer diálogo, reducido a apenas tres palabras, la película no hace sino crecer en emotividad. Hasta aquí, WALL-E es una obra maestra.

La película se rompe por la mitad y lo que en la primera parte era un ejercicio de expresividad gestual, ternura y economía de recursos narativos, en la segunda se transforma en una aventura llena de acción más propia de la casa, más convencional pero aún así llena de buenos momentos.

Así, el baile en el espacio o el batallón de robots psicóticos son detalles que nos deja una segunda parte más efectista, en la que (por primera vez en una película de PIXAR) aparecen imágenes de acción real, y que a su vez constituye una feroz crítica a la sociedad de consumo, al capitalismo, al inmovilismo, a la cada vez más peligrosa "cultura del bienestar", hecho que ha levantado ampollas en los sectores más conservadores de Estados Unidos que han emprendido una cruzada contra la película tachándola de poco menos que "amenaza comunista".

El claro (y necesario) mensaje ecológico de la película es compartido con una de sus principales referencias cinematográficas, la magnífica "Naves misteriosas" de Douglas Trumbull, que junto con los mencionados Chaplin y Keaton, el "ET" de Spielberg o la recurrentemente utilizada "Hello Dolly" de Gene Kelly son los principales giños cinéfilos en esta extraordinaria primera mitad.

La segunda mitad opta por buscar sus referentes en los clásicos modernos de la ciencia ficción, principalmente "2001: una odisea espacial" de Kubrick, aunque los guiños en esta divertida segunda parte van desde "La guerra de las galaxias" hasta "Vacaciones en el mar", y si bien tal vez no esté a la altura de la primera mitad, el emotivo final y los estupendos títulos de crédito (con canción de Peter Gabriel incluída) compensan con creces.

El director de las estupendas "Buscando a Nemo" y "Bichos" consigue en esta, su mejor película, unas cotas de expresividad visual y ternura pocas veces alcanzadas en pantalla. Mención aparte merece el apartado de creación gráfica, logrando un nivel de perfección tal que resulta harto difícil saber si la imagen que se contempla es real o bien una infografía.

Las películas de PIXAR sospechosas de ser obras maestras ya no se pueden contar con los dedos de una mano. A las dos partes de "Toy Story", la extraordinaria "Monstruos S. A.", "Los increíbles" o la maravillosa "Ratatouille" hay que sumar este "WALL-E" como otra de sus cimas creativas y, por defecto, otra de las cimas del género de animación y del cine en general.



Nota: 9

miércoles, 6 de agosto de 2008

Estreno DVD: "Los crímenes de Oxford" (Alex de la Iglesia, 2007)

Lo mejor que puede decirse del último (por ahora) film de Alex de la Iglesia es que consigue exactamente lo que se propone; lo peor es que lo que se propone no es demasiado. Una aparentemente compleja trama de asesinatos que en ocasiones parece sacada de una revista de pasatiempos o de cualquier libro de tests psicométricos, y tres (bueno, tal vez sólo dos) actores de primera línea son las pincipales bazas con las que cuenta el director bilbaíno para dar su segundo gran paso (el primero fue en 1997 con "Perdita Durango") fuera de nuestras fronteras cinematográficas.

Y si lo que se proponía De la Iglesia con esta incursión en el manido género del suspense británico en la más pura tradición de Agatha Chistie era ocultar su sello de identidad, ese toque de humor negro castizo que tan bien le sienta a todas sus películas, y no hacer historia con esta enésima revisión del asesinato al estilo victoriano, lo consigue plenamente.

Esta es, sin duda, la película menos personal del director de "El día de la bestia", que si bien contiene algunos elementos marca de la casa (el magnífico plano secuencia justo antes de comenzar los acontecimientos que presenta a todos los futuros sospechosos, algunos toques bizarros como la historia del amigo del profesor Seldom...), estos quedan completamente diluidos en una trama muy cogida con pinzas, bastante tramposa y carente de emoción.

Imprescindible para su disfrute es el hacer un esfuerzo por entrar en el juego que propone la película y ver quién sabe más sobre series lógicas, principios de indeterminación, teoremas matemáticos o teorías del caos, algo que De la Iglesia consigue sin demasiado esfuerzo. Pero más allá de este juego de acertijos, herencia sin duda del reciente éxito de libros como "El código Da Vinci", la película tiene poco más que ofrecer: una cuidada banda sonora a cargo de uno de los dos mejores compositores españoles de la actualidad, Roque Baños (el otro es, evidentemente, Alberto Iglesias), una estética muy lograda a cargo de un departamento artístico prácticamente debutante en la gran pantalla (excelente trabajo de Cristina Casali y Maria Chryssicos), y unas actuaciones correctas (John Hurt está espléndido y Frodo, perdón, Elijah Wood, cumple con su papel de "recién llegado que se vé sorprendido por los acontecimientos").

Destacable también la agradecida presencia del francés Dominique Pinon (no obstante, la película es una coproducción entre España y Francia) y la belleza de nuestra Leonor Watling en un personaje sin demasiado peso en la trama pero que hace que la película gane puntos en su apartado estético.

En definitiva, una película entretenida que requiere un alto grado de atención para no perderse en su enrevesada trama y poder sacarle todo el jugo, que agrada en lo visual pero que nos hace desear la vuelta del mejor Alex de la Iglesia, el de "El día de la Bestia" o "La Comunidad"; aunque, a priori, su próxima "La marca amarilla" no vaya a a transcurrir precisamente en esta dirección.



Nota: 5,5

martes, 29 de julio de 2008

Estreno DVD: "La guerra de Charlie Wilson" (Mike Nichols, 2007)

Que Mike Nichols es un gran director de actores lo avala el hecho de que 17 (por ahora) actores / actrices han sido nominados al Oscar por papeles dirigidos por él. La excepción no ocurre en esta divertida "La guerra de Charlie Wilson", que se vé beneficiada, además de por un estupendo guión con unos diálogos ágiles y afilados, por unas magníficas interpretaciones de su trío protagonista, especialmente ese monstruo de la interpretación en el que se ha convertido Philip Seymour Hoffman.

Nichols, especialista en mofarse de casi cualquier tema con una elegancia exquisita, reincide en la sátira política tras su estupenda "Primary Colors" tocando un tema que parecía casi olvidado a tenor de los acontecimientos políticos de los últimos años: La colaboración norteamericana en la guerra entre Rusia y Afganistán a favor de este último. Nichols no deja títere con cabeza en esta revisión de los métodos del gobierno americano durante la época Reagan, en la que fanáticos religiosos, políticos sin escrúpulos, conservadores radicales y buscadores de fortuna se repartían el poder en "La nación más poderosa de la tierra" (¿acaso ha cambiado algo el panorama tras treinta años de progreso?).

La historia, a priori simplista y más digna de un telefilme que de una superproducción (un mujeriego y juergista congresista norteamericano decide intervenir en la actuación de su gobierno en la guerra de Afganistán motivado por la insistencia de la única mujer que realmente le interesa, una ultraderechista dama del sur) crece por las estupendas interpretaciones (un muy creíble Tom Hanks, una gran Julia Roberts y un impresionante Philip Seymour Hoffman), el cuidadísimo guión de Aaron Sorkin (guionista también de "Algunos hombres buenos" o "Malicia") basado en el libro de George Crile, y la batuta del gran Mike Nichols, quien tras más de treinta años tras las cámaras y películas como "El graduado", "Closer", "Sikwood", "Armas de mujer" o "¿Quién teme a Virginia Woolf?" poco tiene que demostrar ya a estas alturas.

Nichols es un experto en la ironía fina (la escena de la primera visita del congresista interpretado por Hanks al presidente afgano es absolutamente delirante), en manejar guiones hábiles y convertirlos en películas estupendas, en las escenas cara a cara (extraordinaria toda la escena del primer encuentro entre Hanks y Hoffman) y en los finales agridulces (¿acaso alguien ha podido olvidar el final de "El graduado"?), pero adolece del uso de ciertas licencias que llegan a lastrar la credibilidad de la historia. Así, el repentino cambio de actitud del personaje de Hanks, la ultraamericanización del discurso o la excesiva ingenuidad de la mayoría de los personajes secundarios (léase árabes, egipcios, judíos, políticos americanos de segunda fila) son factores que juegan en contra de la premisa principal de la película, que no es otra que la crítica al juego sucio de los gobiernos americano y soviético durante la guerra fría.

A pesar de ello la película entretiene, divierte e interesa. Los diferentes entramados políticos no son difíciles de seguir y la solvencia de Nichols tras la cámara y de sus tres protagonistas garantizan la solidez del producto y, lo principal de todo, el pasar un buen rato que a fín de cuentas es para lo que hemos pagado.


Nota: 6,5

lunes, 14 de julio de 2008

Estreno DVD: "Monstruoso" (Matt Reeves, 2008)

Dentro del género documental, el subgénero del "falso documental" nos ha regalado perlas como la sorprendente "La verdadera historia del cine", de Peter Jackson o la genial "This is Spinal Tap", de Rob Reiner, ambas coincidentes en su vocación de divertir haciendo gala de un humor inteligente y referencial que ponía patas arriba los tópicos de los géneros correspondientes (el documental de investigación y el documental musical, respectivamente).

Los últimos años, y gracias sobre todo al éxito de la habilísima "El proyecto de la bruja de Blair", han visto el nacimiento de un nuevo "sub-subgénero" dentro de la categoría anterior, al que podría denominarse "falso documental doméstico" a tenor de su pretensión de hacer creer al espectador que lo que ve en la pantalla no es sino una grabación de videocámara casera hecha por un aficionado, no por un cineasta. Es decir, que lo que vemos en la pantalla es algo real que ha documentado alguien identificable con el propio espectador, inocente testigo de los acontecimientos y que los registra como si de la fiesta de cumpleaños de su hijo se tratase.

El verdadero mérito (o la verdadera trampa) de este infragénero es su capacidad de hacer que el espectador se ponga en la piel de quien supuestamente graba (casi siempre, la víctima) los sucesos, incrementando exponencialmente de esta manera la sensación de realismo transmitida al espectador y de ese modo la sensación de angustia inducida.

Y es que curiosamente el "falso documental doméstico" se ha centrado principalmente en el género del terror: desde la mencionada "El proyecto de la Bruja de Blair" hasta este "Monstruoso", pasando por la inquietante "La puerta negra" o la española "REC" son muchas las maneras en que estos "falsos amateurs" han intentado colárnosla de la manera más realista posible, sacando el terror de las salas de cine y metiéndonoslo en nuestros videos domésticos, es decir, en nuestra propia casa.

El hábil productor-guionista-director J. J. Abrams no ha permanecido ajeno a esta moda y de la mano de su compañía Bad Robot y parte de su elenco habitual (el director Matt Reeves y el guionista Drew Goddard) nos regala esta joyita del género, todo un ejercicio de diversión y adrenalina con sorpresas incluídas en el más puro estilo de la casa. Así, los fans de la maravillosa serie "Perdidos" y aquellos que recobraron su fé en la saga de "Misión: Imposible" con su tercera entrega, a buen seguro no saldrán defraudados del visionado de esta hiper-entretenida historia perteneciente al ya también subgénero de "monstruo que destruye Nueva York".

Si bien a priori la película pueda parecer cercana al "Godzilla" que perpetró Roland Emmerich hace ya diez años, en términos de calidad este "Monstruoso" se acercaría más a "El mundo perdido" de Spielberg o al "King Kong" de Peter Jackson, dos estupendos ejemplos de como rodar la devastación de la "Gran manzana" a manos de un animalillo cabreado.

Tras un liviano preámbulo en el que una fiesta de despedida constituye la excusa perfecta para que el amigo del protagonista, de paso, se dedique a filmar también el resto de los acontecimientos que ocurren esa noche, la película crece a base de escenas perfectamente planificadas, unos efectos especiales extraordinarios, unas excelentemente bien administradas dosis de tensión, unas actuaciones correctas y unas gotas de gore, que nunca le vienen mal a una película de este tipo.

A pesar de recorrer todos los territorios habituales del género, la película destaca por su atrevido planteamiento formal y por su única pretensión de limitarse a entretener, objetivo que consigue sobradamente, pero sobre todo constituye una estrella más en la prometedora carrera de J. J. Abrams, a quien los aficionados al fantástico ya le debemos esa joya que es "Perdidos" y de quien esperamos grandes cosas en el futuro, nueva entrega de "Star Trek" y "La mujer invisible" incluídos.

Nota: 7

martes, 8 de julio de 2008

Estreno: "Los cronocrímenes" (Nacho Vigalondo, 2008)

"Los cronocrímenes", o "El primer largometraje de Nacho Vigalondo", como todo el mundo parece conocerla, es la mejor película de género hecha en España en muchísimo tiempo, al menos para quien suscribe esta crítica. Empezando por aquí hay que reconocer que la película no es perfecta ni mucho menos, aunque su extraordinario guión alcance la excelencia en diferentes puntos del metraje, y que sus virtudes literarias se ven mermadas en ocasiones por la torpeza interpretativa del propio Vigalondo, quien debería haber dejado su papel en manos de un actor más convincente.

Una vez aclarados ambos puntos no se puede sino disfrutar como un enano ante semejante derroche de precisión argumental, imaginación sana, ganas de contar y amor por un género en ocasiones infravalorado pero que ha aportado joyas imprescindibles e incontestables a la historia del cine.

El simpático guionista-realizador-actor cántabro que ya había conseguido un importante hito al ser nominado al Oscar de Hollywood por su magnífico cortometraje "7:35 de la mañana" ha logrado con su primer largo crear una espectación pocas veces vista en el cine nacional (Amenábar, De la Iglesia y sobre todo Santiago Segura serían sus principales referencias en este sentido), y ayudado de una inteligente campaña promocional en internet ha conseguido que a todos los aficionados al fantástico nos recomieran las ganas de contemplar el esperado debut.

La trama, de la que no voy a desvelar nada, recuerda especialmente a la trilogía de "Regreso al Futuro" y si bien comparte muchos de sus postulados, estéticamente la película se encuentra en las antípodas de los filmes de Zemeckis, recordando por momentos las atmósferas de otros realizadores como Juanma Bajo Ulloa, Julio Medem o incluso Michael Haneke o David Cronenberg, quien se rumorea como candidato para dirigir su remake americano de la mano de Tom Cruise.

Si bien el guión funciona con una precisión milimétrica y la ambientación sonora y visual es perfecta para la historia que se cuenta, la actuación de Vigalondo está a años luz de la de sus otros tres compañeros de reparto, especialmente de la del enorme Karra Elejalde, hasta el punto que cuando aparecen juntos en pantalla parece que estemos asistiendo a dos películas diferentes al tiempo. La evolución del personaje de Héctor que interpreta Karra Elejalde, desde su inocente comienzo en su nueva casa hasta llegar a ese final anti-climax y sabiamente apaciguado, es una metáfora en la que reflejar el crecimiento de esta obra, pronto de culto, a medida que avanza el metraje presicindiendo de efectismos y artificios, tan sólo a base de oficio y saber rodar.

Con una economía de medios ejemplar y una prácticamente total ausencia de efectos especiales el realizador ofrece toda una lección de lo que se puede hacer en un país como este, con una nefasta tradición de cine de género (salvemos a Amenábar, De la Iglesia, Urbizu y poco más) simplemente aplicando talento, imaginación y amor por el cine.

Nota: 8

martes, 1 de julio de 2008

Estreno: "Paso de tí" (Nicholas Stoller, 2008)


A estas alturas de la película, hablar de una "Factoría Apatow" no resulta descabellado ni mucho menos. Desde su etapa como prolífico productor de televisión a su magnífico debut en la dirección con la desternillante "Virgen a los 40", pasando por sus facetas de guionista y productor cinematográfico el polifacético Judd Apatow ha reinventado un género cinematográfico en decadencia, el de la comedia gamberra, que sólo había mostrado destellos de buena salud durante los últimos años de manos de directores como los Farrelly o los Weitz.

Si "Virgen a los 40" era una magnífica sátira sobre el paso tardío a la madurez, "Lío embarazoso" se descubría como una simpática "comedia gamberra" sobre un tema que en manos de otro director se habría convertido en un vulgar telefilme.

Tanto en sus aventuras tras la cámara como en sus incursiones como productor, Judd Apatow se ha rodeado de un equipo habitual que distingue a cualquiera de sus producciones con su sello característico; así, actores como Paul Rudd, Seth Rogen, Jonah Hill, Jason Segel o las "superestrellas" Steve Carell o Adam Sandler son "marca de la casa" en prácticamente todas sus películas, así como los retazos de humor grueso/inteligente, los temas recurrentes (sexo, familia, amistad, sexo, más sexo...) y la factura formal con cuidadas bandas sonoras (especial atención a la extraordinaria música en la estupenda "Supersalidos").

Es precisamente uno de sus actores habituales, Jason Segell, quien se ha atrevido a protagonizar y escribir el guión (o algo parecido) en su última producción, "Paso de tí", título que bien podría aplicarse a la propia película y que constituye el punto más bajo de la reciente trayectoria de la mencionada "Factoría Apatow" en lo que a calidad se refiere.

"Paso de tí" trata de sustentarse en una pretendidamente graciosa situación inicial que me atrevo a destripar porque aparece en todos los trailers de la película: un chico espera a su chica desnudo en su apartamento cuando esta decide abandonarlo. La supuesta comicidad de esta patética escena es el punto más álgido de este despropósito cinematográfico, que se dedica a descender en caída libre durante el resto del metraje para acabar aterrizando en los terrenos del telefilme basura a base de engarzar escenas mal resueltas, chistes sin gracia, un montaje desastroso y un final más que previsible.

Ni siquiera los espectaculares paisajes de Hawai aparecen retratados con justicia, ni la trama argumental llega a pasar de la mera anécdota sin ingenio ni capacidad de sorprender o de interesar lo más mínimo.

La belleza de las dos protagonistas o el oficio de un actor como Paul Rudd son incapaces de salvar de la quema el desaguisado, y los momentos en que la película parece hacer un amago de despegue son contadísimos y siempre de la mano del actor Bill Hader como hermanastro del protagonista.

En cualquier caso, lo peor que le ocurre a la película es que su ánimo de escandalizar acaba por diluirse en una moralina ñoña, de modo que lo que en principio se presenta como una película atrevida acaba por desvelarse más reaccionaria que un filme de Schwarzenegger; hoy en día hace falta mucho más que enseñar un pene en pantalla para poder escandalizar.

Nota: 2

sábado, 14 de junio de 2008

Estreno: "El incidente" (M. Night Shyamalan, 2008)

Hace ya algún tiempo que un contadísimo grupo de directores se encargan de impedir que las palabras "Hollywood" y "bazofia" se conviertan en sinónimos. De entre ese selecto grupo encabezado por Steven Spielberg y con miembros como David Fincher, Clint Eastwood, Christopher Nolan o Guillermo del Toro, destaca el guionista-productor-director de origen hindú M. Night Shyamalan que a fuerza de innovación en sus vueltas de tuerca y profunda admiración por los clásicos (véase Hitchcock, Siegel o Peckinpah) ha conseguido encadenar un clásico tras otro desde que nos regalara su tercera película, esa inmensa "El sexto sentido".

Tal vez el hablar de obras maestras sea precipitado y el tiempo haya de pasar antes de semejante juicio, pero lo cierto es que las reglas del género se han visto reinventadas por este prodigioso realizador, objetivo de multitud de críticas principalmente basadas en su alejamiento de los esquemas clásicos del género fantastico.

Y eso es lo que ocurirá de nuevo con su "El incidente", todo un ejercicio de estilo que se aleja del clasicismo formal de "El bosque" o de la estética de cuento para adultos de "La joven del agua", sus dos últimas obras, y se sumerge directamente en el homenaje a la serie B de décadas pasadas.

Con un comienzo arrollador que coge totalmente desprevenido al espectador, la película puede presumir de un ritmo incansable que sólo baja el pistón hacia el final, tiempo para la inevitable reflexión-moralina que constituye el punto más débil no sólo de esta película, sino de toda su filmografía.

Todos los temas recurrentes en el cine de Shyamalan están presentes: la incomunicación en la pareja, el fortalecimiento de los lazos familiares, el miedo a lo desconocido, el miedo a uno mismo, y si bien su capacidad para sorprendernos con inquietantes vuletas de tuerca a las normas del género y escenas absolutamente desasosegantes (el travelling con una pistola como protagonista, la grabación en video que aparece en el móvil de uno de los personajes, el desenlace con la anciana), su punto más discutible reside en la resolución de sus tramas, ñoñas para algunos, sublimes para otros, que dejan al descubierto las principales obsesiones de este nuevo "maestro del suspense", alumno aventajado de Spielberg (con quien comparte muchas de esas obsesiones) y de Hitchcock que aún no lo ha dicho todo en el género fantástico.

Sin pretender descubrir ningún aspecto de la trama, ya que la sorpresa es la gran baza del cine de Shyamalan, adivino una nueva polémica entre detractores y defensores de este, para mí, inmenso contador de historias y que para los más puristas (o menos exigentes) seguidores del género fantastico no dejará de ser un bluff. Los amantes del cine en general lo tenemos hace tiempo ya en un pedestal.

Nota: 7,5