domingo, 9 de noviembre de 2008

Estreno: "Red de mentiras" (Ridley Scott, 2008)

Lejos quedan ya los días en los que un no tan joven director británico procedente de la televisión irrumpía en Hollywood con una trilogía de películas en lo que supuso uno de los debuts más espectaculares que se recuerdan. Tanto "Los duelistas", magnífica adaptación de un relato de Joseph Conrad, como "Alien, el octavo pasajero" y "Blade Runner", ambas obras de culto y cimas del género de la ciencia ficción, hacían presagiar lo mejor sobre el cineasta. Pero hasta aquí llegó la cosa.

Los siguientes filmes de Ridley Scott fueron desde la curiosa anécdota ("Legend") a lo convencional ("Black Rain" o "La sombra del testigo"), pasando por un sonoro éxito que más tuvo que ver con el mensaje de la cinta que con su calidad cinematográfica ("Telma & Luise") para acabar hundiéndose en la mediocridad más absoluta (La soporífera "1492" y las insultantes "Tormenta blanca" y "La teniente O´Neill").

Pero el 2000 fue el año de su resurrección. Hollywood volvió a creer en él a tenor del desmesurado éxito de su "Gladiator", un filme lleno de virtudes y defectos casi a partes iguales y que se alzó con el Oscar a la mejor película ese año. "Gladiator" marcó el comienzo de una nueva juventud para Scott, quien desde entonces ha contado con el beneplácito de la crítica y el público, convirtiéndose en uno de los directores más rentables de Hollywood durante la presente década.

Así, el Ridley Scott del siglo XXI se ha caracterizado por abordar cintas de acción con un resultado muy superior a la media de sus colegas, situándose en este sentido casi en un mano a mano con Michael Mann, así como por enfrentarse a otra serie de películas de corte más intimista ("Un buen año" o "Los impostores") y de las que ha conseguido salir más que airoso. Es en ese primer grupo de cintas, al que también pertenecerían sus "Black Hawk derribado", "American gangster" o la mencionada "Gladiator", donde cabría incluir esta "Red de mentiras", vibrante y entretenidísimo thriller rodado con un gran pulso y que constituye su cuarta colaboración con ese monstruo de la interpretación que es Russell Crowe.

La principal virtud de la cinta es hacer que 128 minutos pasen en apenas un suspiro, ya que Scott apenas deja que la trama se relaje y consigue que esa sensación de que "algo puede pasar en cualquier momento" sobrevuele a lo largo de toda el metraje. Las escenas de acción, como también ocurría en "Black Hawk derribado", cortan la respiración pero no consiguen distraernos de una trama compleja en la que atentados, conspiraciones, tramas ocultas y, sobre todo, verdades manipuladas dirigen una dura historia de supervivencia y amistad en mitad de la mayor guerra que se libra hoy en día, y acerca de la cual la película se muestra pesimista hasta el límite.

Tal vez sea el punto de vista el mayor lastre de la cinta, ya que sus tímidos intentos críticos con la intervención estadounidense en Irak se quedan en apenas una anécdota de escasa entidad, y lo que a priori podría parecer un filme contestatario se revela como un blockbuster de lujo dirigido al puro entretenimiento.

Crowe y Di Caprio están estupendos, el primero en un papel cómodo, similar al desarrollado en "Un buen año", pero con unas dosis de cinismo y socarronería añadidas que lo convierten en el contrapunto perfecto al resto de la dura y sangrienta historia. Di Caprio, en un papel que comparte no pocas similitudes con el de "Diamante de sangre", es quien lleva el peso dramático de la cinta, tarea que resuelve con absoluta solvencia y convicción hasta el punto de tener pocas escenas a lo largo de la película que no requieran caracterización.

Scott nos propone una descripción del enfrentamiento entre el pasado y el futuro en esta guerra que los dueños de los satélites, de los móviles e internet tratan infructuosamente de ganar a los primitivos, fanáticos y destecnologizados fundamentalistas musulmanes. El recurso de la vista desde el avión espía, que muchas veces a lo lago de la cinta nos ayuda a colocarnos en situación, es una valiosa metáfora de lo inútil que la tecnología resulta en una guerra de estas características.

Las influencias más inmediatas de la cinta pueden rastrearse en la magnifica "Munich", de Spielberg, así como en la entretenida pero ñoña "The Kingdom", de Peter Berg o en la mediocre pero inquietantemente visionaria "Estado de sitio" de Edward Zwick, aunque sobre todo es su "Black Hawk down" la que estilísticamente más podría identificarse con esta recreación de la "guerra de América contra el fanatismo".

En definitiva, un paso más de Ridley Scott hacia la excelencia comercial y bienhacer artesanal, a la vez que un paso más alejándose del estatus de "director de culto" que sus tres primeras y excelentes cintas le confirieron. Parece que su siguiente aventura le llevará por este mismo camino, una adaptación de la historia de Robin Hood de título "Nottingham" en la que el famoso arquero de Sherwood será interpretado por....¿adivinan quién?
Nota: 7

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