domingo, 7 de septiembre de 2008

Estreno: "El tren de las 3:10" (James Mangold, 2007)

El logro de conseguir reunir en su segunda película a actores de la talla de Ray Liotta, Robert de Niro, Harvey Keitel y especialmente a Sylvester Stallone consiguiendo hacerle parecer un actor, y salir bien parado del intento era, hasta el momento, el mayor hito del director James Mangold quien en aquella "Copland" nos ofrecía un más que digno thriller policial en el que el orgullo herido del degradado protagonista encarnado por Sly era el desencadenante de los sangrientos acontecimientos con los que culminaba la cinta.

Es precisamente esa "dignidad fílmica" la que ha caracterizado la carrera de Mangold desde entonces, no pudiendo pasar de lo puramente correcto bien en sus discretos biopics ("Inocencia interrumpida" y "En la cuerda floja"), bien en sus insulsas incursiones en el cine de género ("Kate & Leopold" o "Identity"). No es por ello arriesgado asegurar que este estupendo remake de "3:10 to Yuma", basado a su vez en un relato corto de Elmore Leonard, es su mejor película hasta la fecha.
Mangold echa la vista atrás y vuelve a recurrir a la receta que tantas alegrías le proporcionó en aquella "Copland", retratando un duelo psicológico entre dos protagonistas no tan antagónicos como cabría esperar en el que el orgullo herido y la necesidad de redención actúan como catalizadores de los hechos en los que desemboca la cinta. Evidentemente, para que esta receta pueda funcionar hacen falta dos protagonistas que puedan estar a la altura y consigan transmitir la profundidad psicológica necesaria para que la historia funcione; y hé aquí una de las grandes bazas de la película: dos grandes actores, Christian Bale y especialmente Russell Crowe, en su mejor momento artístico y con el carácter y la presencia necesarios para hacer que este "western menor" llegue a la categoría de "pequeño clásico moderno".

Si bien Mangold prioriza los primeros planos frente a los espectaculares paisajes, la cinta no se queda en el simple estudio de caracteres y nos regala numerosas escenas de acción, tiroteos estupendamente rodados y sonorizados y unas buenas dosis de tensión, ya desde su excelente arranque hasta su sangriento desenlace, bajando muy poco el pistón a lo largo de sus más de dos horas de metraje.

Otro de los atractivos de la cinta está en los personajes secundarios, desde un recuperado Peter Fonda y un estupendo e inquietante Ben Foster hasta el "casi cameo" de Luke Wilson, pero es sobre todo Logan Lerman quien con su intensa encarnación del hijo de Christian Bale consigue elevar varios puntos la carga dramática de la cinta.

Fuera del apartado interpretativo merece destacarse la magnífica banda sonora de Marco Beltrami nominada al Oscar, especialmente en la escena de la carrera hacia el tren que constituye el clímax de la película y en la que Beltrami consigue multiplicar la tensión y grandiosidad que las imágenes de por sí ya contienen.

Con claras referencias a los clásicos modernos del Western como "Open Range" y especialmente "Sin perdón", la cinta propone una digna recuperación del género y un entretenidísimo espectáculo sustentado en grandes interpretaciones y en un director con buen pulso y empeñado en ir más allá de la simple cinta de acción y dejar que lo que aparece en la pantalla sea casi tan importante como lo que no se vé.



Nota: 7


1 comentario:

El_Culebra dijo...

Muy buen análisis. La vi ayer y me gustó mucho.

Un saludo.