martes, 1 de julio de 2008

Estreno: "Paso de tí" (Nicholas Stoller, 2008)


A estas alturas de la película, hablar de una "Factoría Apatow" no resulta descabellado ni mucho menos. Desde su etapa como prolífico productor de televisión a su magnífico debut en la dirección con la desternillante "Virgen a los 40", pasando por sus facetas de guionista y productor cinematográfico el polifacético Judd Apatow ha reinventado un género cinematográfico en decadencia, el de la comedia gamberra, que sólo había mostrado destellos de buena salud durante los últimos años de manos de directores como los Farrelly o los Weitz.

Si "Virgen a los 40" era una magnífica sátira sobre el paso tardío a la madurez, "Lío embarazoso" se descubría como una simpática "comedia gamberra" sobre un tema que en manos de otro director se habría convertido en un vulgar telefilme.

Tanto en sus aventuras tras la cámara como en sus incursiones como productor, Judd Apatow se ha rodeado de un equipo habitual que distingue a cualquiera de sus producciones con su sello característico; así, actores como Paul Rudd, Seth Rogen, Jonah Hill, Jason Segel o las "superestrellas" Steve Carell o Adam Sandler son "marca de la casa" en prácticamente todas sus películas, así como los retazos de humor grueso/inteligente, los temas recurrentes (sexo, familia, amistad, sexo, más sexo...) y la factura formal con cuidadas bandas sonoras (especial atención a la extraordinaria música en la estupenda "Supersalidos").

Es precisamente uno de sus actores habituales, Jason Segell, quien se ha atrevido a protagonizar y escribir el guión (o algo parecido) en su última producción, "Paso de tí", título que bien podría aplicarse a la propia película y que constituye el punto más bajo de la reciente trayectoria de la mencionada "Factoría Apatow" en lo que a calidad se refiere.

"Paso de tí" trata de sustentarse en una pretendidamente graciosa situación inicial que me atrevo a destripar porque aparece en todos los trailers de la película: un chico espera a su chica desnudo en su apartamento cuando esta decide abandonarlo. La supuesta comicidad de esta patética escena es el punto más álgido de este despropósito cinematográfico, que se dedica a descender en caída libre durante el resto del metraje para acabar aterrizando en los terrenos del telefilme basura a base de engarzar escenas mal resueltas, chistes sin gracia, un montaje desastroso y un final más que previsible.

Ni siquiera los espectaculares paisajes de Hawai aparecen retratados con justicia, ni la trama argumental llega a pasar de la mera anécdota sin ingenio ni capacidad de sorprender o de interesar lo más mínimo.

La belleza de las dos protagonistas o el oficio de un actor como Paul Rudd son incapaces de salvar de la quema el desaguisado, y los momentos en que la película parece hacer un amago de despegue son contadísimos y siempre de la mano del actor Bill Hader como hermanastro del protagonista.

En cualquier caso, lo peor que le ocurre a la película es que su ánimo de escandalizar acaba por diluirse en una moralina ñoña, de modo que lo que en principio se presenta como una película atrevida acaba por desvelarse más reaccionaria que un filme de Schwarzenegger; hoy en día hace falta mucho más que enseñar un pene en pantalla para poder escandalizar.

Nota: 2

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