sábado, 30 de agosto de 2008

Estreno: Hellboy II: El ejército dorado" (Guillermo del Toro, 2008)

La carrera de Guillermo del Toro en Hollywood podría dibujarse fácilmente en tres etapas: una inicial en la que, a raíz del éxito internacional de su primera película "Cronos", asume la realización de encargos que a priori encajan con sus gustos cinematográficos. A esta etapa, caracterizada por la intención de dejar su huella en producciones que en principio le son ajenas, pertenecerían "Mimic" y la segunda parte de "Blade". Una segunda etapa la marcarían sus producciones hispanas, coproducciones entre México y España (y ocasionalmente USA) en las que se enmarcarían sus "El espinazo del diablo" y "El laberinto del fauno" y en la que comienzan a aparecer con cuentagotas retazos de su imaginería visual y de su estilo personal como narrador fílmico. Su tercera etapa se caracteriza por ser la más personal; es aquí donde Del Toro se encuentra como pez en el agua y donde consigue dar rienda suelta a todas sus fantasías y obsesiones canalizándolas a través de imágenes cargadas de un fuerte componente onírico y de gran fuerza visual, que nos descubren a un gran creador de sueños.

Es a esta tercera etapa a la que pertenecen sus dos "Hellboy", adaptaciones del personaje de cómic creado por Mike Mignola (en esta segunda parte también coguionista), y especialmente en esta "El ejército dorado" es donde Del Toro ha conseguido su filme más personal, su mayor despliegue imaginativo y su más alta cota de creación visual hasta el momento.

En esta película, como en casi todas las del director, lo que se cuenta es menos importante que el cómo se cuenta. Si bien el guión es sencillo y casi esquemático a pesar de un desarrollo más profundo de los personajes principales de lo que viene a ser habitual en el género, la imaginería visual de la cinta es apabullante, basten como ejemplos el personaje del profesor Johann Krauss o la galería de fascinantes criaturas que desfilan por el mercado Troll.

Lo que en la primera parte de la saga era presentación de los personajes y un cuidado desarrollo de sus perfiles (repito, hablamos de una película de superhéroes) en esta segunda es acción sin apenas respiro, con algún que otro leve bajón de rítmo hacia la mitad de la película: una prescindible historia de amor entre dos de los protagonistas que, sin embargo, nos ofrece uno de los mejores momentos de la saga con Hellboy y Abe borrachos y cantando canciones de amor.

Son precisamente los actores los responsables de gran parte del atractivo de la cinta: el camaleónico Doug Jones, acostumbrado a no enseñar su rostro en pantalla, esta vez asume tres papeles diferentes (Abe Sapien, el Chambelán y el Angel de la Muerte); los veteranos John Hurt y Jeffrey Tambor repiten en sus papeles anteriores, pero sobre todo Ron Perlman (a quien los productores quisieron sustituir en la primera parte por el "actor" Vin Diesel y que gracias a la insistencia del director no lo consiguieron) consigue una recreación perfecta de Hellboy logrando transmitir las dosis justas de socarronería, inocencia y mala leche que el personaje requiere.

"Hellboy II, el ejército dorado" hará las delicias de quienes busquen un digno entretenimiento, no defraudará a los seguidores de Guillermo del Toro y mucho menos a los seguidores del personaje de cómic y agasajará los asiduos del fantástico con su avalancha de asombrosos personajes, imaginación desbordada y estética barroca. En vista de que Peter Jackson se ha negado a dirigir "El Hobbit", ¿Quien mejor que Guillermo del Toro para asumir el reto? Esperamos ansiosos.




Nota: 7

martes, 19 de agosto de 2008

Estreno: "El caballero oscuro" (Christopher Nolan, 2008)

Hace ahora unos 36 años que un joven director de nombre Francis recibía un encargo de la Paramount para rodar una película de género con un gran presupuesto. En esta, su novena película, Francis pudo contar con actores que ya conocía y con los que ya había trabajado antes (de nombres James y Robert) así como con estrellas de primera línea y grandes actores que empezaban a despuntar en aquel momento, pero sobre todo contaba con un talento fuera de lo común para narrar historias con la cámara y hacer que sus actores dieran lo mejor de sí. La película ha pasado a la historia no ya como la mejor de un género, el de gangsters, sino como la mejor (o una de las tres mejores) de la historia del Cine. Por supuesto, me refiero a "El padrino".

En 2007 un joven director de nombre Christopher recibe un encargo de la Warner para dirigir la secuela de su anterior película sobre el superhéroe de D.C. Batman. En esta su sexta película Christopher cuenta con un gran presupuesto, con actores que ya conoce bien y con los que ha trabajado en varias ocasiones (de nombres Christian y Michael), así como con estrellas de primera línea y actores que empiezan a despuntar en este momento, pero sobre todo con un talento fuera de lo común para filmar historias y hacer que sus actores den lo mejor de sí. La película está pasando a la historia del Cine no solo como la mejor hecha hasta el momento en un género, el de superhéroes, que nos ha dejado gratas sorpresas cargadas de calidad (X-men, Hellboy, Iron man, Spiderman 2, los Batman de Tim Burton...), sino como una de las mejores de la historia del Cine. Por supuesto, me refiero a "El caballero oscuro".


Esta película supera todas las espectativas posibles se mire por donde se mire. El elenco de actores es soberbio, Christian Bale aporta una presencia imponente como un Bruce Wayne difícil de superar (Michael Keaton queda como una curiosa anécdota a su lado), Morgan Freeman, Michael Caine y especialmente Gary Oldman están perfectos en sus papeles, Aaron Eckhart, actor extraordinario, aquí realiza su mejor interpretación hasta el momento, y lo de Heath Ledger es algo sobrenatural, su sobrecogedora encarnación del Joker hace que Jack Nicholson parezca un actor de teatro de barrio en el primer Batman.

El guión es extraordinario. Los hermanos Nolan consiguen ir más allá de lo que a priori se espera de una película de este tipo y a pesar de tomarse ciertas licencias narrativas , por otra parte permisibles según las reglas de este género, el libreto es un complejo e interesantísimo estudio sobre la fragilidad del héroe, la naturaleza del mal y la condición humana que desarrolla con auténtico mimo a cada uno de sus personajes y apenas deja cabos sin atar en su desenlace (tan solo el destino de un par de los personajes que, suponemos, se desvelará en una tercera entrega).
La dirección, tanto de actores como al planificar las escenas es soberbia. Pocas veces en los últimos años se ha visto un elenco masculino actuando a este nivel (desde Glengarry Glen Ross o Sin perdón no recuerdo nada igual) y la actuación de Ledger, que desde luego merece ser contemplada en su versión original, es tan desasosegante, tan siniestra, tan perfecta que es difícil que no deje huella en el espectador.

La película está plagada de grandes escenas rodadas con maestría: El atraco inicial, la persecución del furgón policial, el secuestro en Hong Kong, todas ellas perfectamente planificadas y consiguiendo que el espectador sepa en cada momento lo que ocurre y porqué ocurre (exactamente lo contrario que consigue Michael Bay), pero la escena del Joker saliendo del hospital es algo absolutamente delirante, parte ya de la iconografía del Cine.

Es difícil ver fallos en una obra tan redonda como esta, tal vez el error de casting con la protagonista femenina (lo mismo ocurría en "Batman begins"): Maggie Gyllenhaal es una actriz discreta y con poca presencia que queda empequeñecida ante la excelencia del reparto masculino. Por lo demás "El caballero oscuro" es a las películas de superhéroes lo que "El padrino" a las de gangsters, lo que "Salvar al soldado Ryan" al bélico, lo que "Sin perdón" al western, lo que "La guerra de las galaxias" a la ciencia ficción o lo que "El exorcista" al género de terror, la cumbre de un género cada vez más digno, una más que probable obra maestra.



Nota. 9,5

domingo, 17 de agosto de 2008

Estreno DVD: "Viaje a Darjeeling" (Wes Anderson, 2007)

El viaje a Darjeeling que nos propone Wes Anderson en esta su quinta película (sin contar los cortometrajes "Bottle Rocket" y "Hotel Chevalier", este último concebido como preludio precisamente al film que nos ocupa) va más allá de la simple parodia del viaje a la India en busca de la espiritualidad; quien busque en esta atípica comedia un humor de trazo grueso, chistes fáciles o mofa de los clichés hindúes habituales sin duda saldrá defraudado.

Porque esta película es una auténtica declaración de intenciones del director, una carta de amor a un país y a una forma de ver la vida que, sin duda, le fascina y de este modo lo refleja, con la ayuda de sus tres estupendos protagonistas (los habituales Jason Schwartzman y Owen Wilson y la novedad, el magnífico Adrien Brody) y del hijo de Francis Ford Coppola, Roman Coppola, quien tras su discreta "CQ" repite como guionista, productor y director de la segunda unidad.
Pero la película pertenece enteramente a Wes Anderson. Su sentido del humor sui generis, su particular visión estética, su permanente obsesión con las relaciones familiares, todos sus toques de estilo rebosan esta cinta exquisitamente rodada y cargada de simbolismo en casi cada escena.

Este viaje por la India de tres hermanos que buscan una solución a sus conflictos a través de la espiritualidad se convierte en una auténtica catarsis fílmica en la que gran parte de lo que aparece en pantalla tiene un doble significado, desde el hombre de negocios que intenta coger el tren y es superado por el personaje que interpreta Adrien Brody hasta el equipaje del padre (y su destino final, que no desvelaré), y lo que en principio parece una comedia al uso termina por revelarse como una magnífica metáfora de lo que ha de cambiar y lo que ha de permanecer para que la vida pueda continuar.

El estilo de rodar de Anderson es sobrio y elegante, lo que contrasta llamativamente con su estridente puesta en escena en la que cada plano se sobrecarga con multitud de detalles que, lejos de lo azaroso, siempre aportan significado al resto de lo que aparece en pantalla. Estéticamente, y al igual que en sus películas precedentes, el film es apabullante; La India constituye un escenario perfecto para que Anderson dé rienda suelta a su pasión naif y colorista, y como buen admirador de lo retro con criterio, el vestuario (Milena Canonero y Louis Vuitton), la excelente banda sonora a cargo principalmente de bandas sonoras de clásicos de Bollywood o la magnífica fotografía del habitual Robert Yeoman son auténticas señas de identidad fílmica de este "dandy del surrealismo".

Resulta difícil destacar alguna escena dentro del enorme surtido de planos secuencia perfectamente planificados, escenas hábilmente rodadas dentro del tren o espléndidos exteriores que nos regala la película, pero tal vez el paralelismo que se dibuja entre los dos funerales, la divertida pelea entre los tres hermanos dentro del tren o la definitiva catarsis en el templo en la que una escena simbólica en la que la cámara recorre un tren desevela muchos interrogantes (y que a su vez desemboca en otra divertida escena con los tres hermanos celebrando un ritual sobre una colina) sean buenos ejemplos de lo que Anderson nos ofrece en este singular y a su vez clásico acercamiento al cine "made in India". No por nada se nombra en los agradecimientos al gran James Ivory.




Nota: 8

sábado, 9 de agosto de 2008

Estreno: "WALL-E" (Andrew Stanton, 2008)

Si hubiera que buscar unas referencias cinematográficas para esta última maravilla que nos regala PIXAR no habría que limitarse con buscar en el cine de ciencia ficción de los últimos años, ni siquiera en las creaciones de la propia PIXAR o de Disney, porque las raices y la esencia de WALL-E están en Chaplin, en Keaton, en el Cine como vehículo para contar historias de forma visual, en el que lo sonoro es un mero accesorio.

Y es que los primero 30 minutos de la película, en los que no aparece un sólo diálogo y durante los que asistimos al día a día de un robot, el último sobre la tierra, cuya rutina se ve alterada por una inesperada visita, podrían contarse como los mejores de la historia del cine de animación. Pero cuando aparece el primer diálogo, reducido a apenas tres palabras, la película no hace sino crecer en emotividad. Hasta aquí, WALL-E es una obra maestra.

La película se rompe por la mitad y lo que en la primera parte era un ejercicio de expresividad gestual, ternura y economía de recursos narativos, en la segunda se transforma en una aventura llena de acción más propia de la casa, más convencional pero aún así llena de buenos momentos.

Así, el baile en el espacio o el batallón de robots psicóticos son detalles que nos deja una segunda parte más efectista, en la que (por primera vez en una película de PIXAR) aparecen imágenes de acción real, y que a su vez constituye una feroz crítica a la sociedad de consumo, al capitalismo, al inmovilismo, a la cada vez más peligrosa "cultura del bienestar", hecho que ha levantado ampollas en los sectores más conservadores de Estados Unidos que han emprendido una cruzada contra la película tachándola de poco menos que "amenaza comunista".

El claro (y necesario) mensaje ecológico de la película es compartido con una de sus principales referencias cinematográficas, la magnífica "Naves misteriosas" de Douglas Trumbull, que junto con los mencionados Chaplin y Keaton, el "ET" de Spielberg o la recurrentemente utilizada "Hello Dolly" de Gene Kelly son los principales giños cinéfilos en esta extraordinaria primera mitad.

La segunda mitad opta por buscar sus referentes en los clásicos modernos de la ciencia ficción, principalmente "2001: una odisea espacial" de Kubrick, aunque los guiños en esta divertida segunda parte van desde "La guerra de las galaxias" hasta "Vacaciones en el mar", y si bien tal vez no esté a la altura de la primera mitad, el emotivo final y los estupendos títulos de crédito (con canción de Peter Gabriel incluída) compensan con creces.

El director de las estupendas "Buscando a Nemo" y "Bichos" consigue en esta, su mejor película, unas cotas de expresividad visual y ternura pocas veces alcanzadas en pantalla. Mención aparte merece el apartado de creación gráfica, logrando un nivel de perfección tal que resulta harto difícil saber si la imagen que se contempla es real o bien una infografía.

Las películas de PIXAR sospechosas de ser obras maestras ya no se pueden contar con los dedos de una mano. A las dos partes de "Toy Story", la extraordinaria "Monstruos S. A.", "Los increíbles" o la maravillosa "Ratatouille" hay que sumar este "WALL-E" como otra de sus cimas creativas y, por defecto, otra de las cimas del género de animación y del cine en general.



Nota: 9

miércoles, 6 de agosto de 2008

Estreno DVD: "Los crímenes de Oxford" (Alex de la Iglesia, 2007)

Lo mejor que puede decirse del último (por ahora) film de Alex de la Iglesia es que consigue exactamente lo que se propone; lo peor es que lo que se propone no es demasiado. Una aparentemente compleja trama de asesinatos que en ocasiones parece sacada de una revista de pasatiempos o de cualquier libro de tests psicométricos, y tres (bueno, tal vez sólo dos) actores de primera línea son las pincipales bazas con las que cuenta el director bilbaíno para dar su segundo gran paso (el primero fue en 1997 con "Perdita Durango") fuera de nuestras fronteras cinematográficas.

Y si lo que se proponía De la Iglesia con esta incursión en el manido género del suspense británico en la más pura tradición de Agatha Chistie era ocultar su sello de identidad, ese toque de humor negro castizo que tan bien le sienta a todas sus películas, y no hacer historia con esta enésima revisión del asesinato al estilo victoriano, lo consigue plenamente.

Esta es, sin duda, la película menos personal del director de "El día de la bestia", que si bien contiene algunos elementos marca de la casa (el magnífico plano secuencia justo antes de comenzar los acontecimientos que presenta a todos los futuros sospechosos, algunos toques bizarros como la historia del amigo del profesor Seldom...), estos quedan completamente diluidos en una trama muy cogida con pinzas, bastante tramposa y carente de emoción.

Imprescindible para su disfrute es el hacer un esfuerzo por entrar en el juego que propone la película y ver quién sabe más sobre series lógicas, principios de indeterminación, teoremas matemáticos o teorías del caos, algo que De la Iglesia consigue sin demasiado esfuerzo. Pero más allá de este juego de acertijos, herencia sin duda del reciente éxito de libros como "El código Da Vinci", la película tiene poco más que ofrecer: una cuidada banda sonora a cargo de uno de los dos mejores compositores españoles de la actualidad, Roque Baños (el otro es, evidentemente, Alberto Iglesias), una estética muy lograda a cargo de un departamento artístico prácticamente debutante en la gran pantalla (excelente trabajo de Cristina Casali y Maria Chryssicos), y unas actuaciones correctas (John Hurt está espléndido y Frodo, perdón, Elijah Wood, cumple con su papel de "recién llegado que se vé sorprendido por los acontecimientos").

Destacable también la agradecida presencia del francés Dominique Pinon (no obstante, la película es una coproducción entre España y Francia) y la belleza de nuestra Leonor Watling en un personaje sin demasiado peso en la trama pero que hace que la película gane puntos en su apartado estético.

En definitiva, una película entretenida que requiere un alto grado de atención para no perderse en su enrevesada trama y poder sacarle todo el jugo, que agrada en lo visual pero que nos hace desear la vuelta del mejor Alex de la Iglesia, el de "El día de la Bestia" o "La Comunidad"; aunque, a priori, su próxima "La marca amarilla" no vaya a a transcurrir precisamente en esta dirección.



Nota: 5,5