miércoles, 24 de diciembre de 2008

Estreno: "Ultimátum a la Tierra" (Scott Derrickson, 2008)

Sirva este discretísimo remake de la estupenda "The day the Earth stood still" del gran Robert Wise como ejemplo de la falta de ideas y creatividad que acusa el Hollywood actual, publicitada a bombo y platillo como la gran película de las Navidades pero que no pasa de ser un telefilme de lujo con buenos efectos especiales y rodada con menos pasión que un anuncio de teletienda.

La kilométrica distancia que separa este mediocre intento de taquillazo con la extraordinaria "La guerra de los mundos" de Spielberg o con su primera versión del año 1951 es directamente proporcional a la decepción que uno siente viendo cómo Hollywood es capaz de venderse a sí mismo a costa de hacer caja, renunciando a cualquier atisbo de originalidad, talento o vergüenza.

La actuación de Keanu Reeves, impasible, incapaz de mostrar emoción alguna y limitándose a caminar de un lado para otro y a leer sus líneas de guión, es una magnífica metáfora de la ilusión y pasión aportadas por los responsables del proyecto, más ocupados en hacer números con sus bancos que en preocuparse por entregar un remake digno, o en molestarse en crear algo original.


En cuanto a los otros protagonistas, Jennifer Connelly se limita a poner cara de preocupación durante todo el metraje, mientras que Jaden Smith, el hijo de Will Smith y que ya debutara con su padre en la curiosa "En busca de la felicidad", encarna a un repelente niño de los que a uno le hacen replantearse la Ley de Maltrato Infantil. Kahty Bates y John Cleese son meras anécdotas introducidas para tratar de aportar algo de prestigio en tamaño desaguisado.

De lo poco salvable de la cinta habría que destacar el aterrizaje de la esfera, la escena en el búnker tratando de descrifrar a GORT y los efectos especiales, en particular los que recrean el material del que GORT está compuesto. Respecto al contenido crítico de la cinta, este brilla por su ausencia: el supuesto contenido ecologista-humanista queda diluido en el aparatoso continente hasta el punto que al final a uno le dá igual si exterminan a la raza humana o no, con tal de que ocurra algo en la aburrida trama.

Es curioso que un director prometedor como Scott Derrickson, responsable de la notable "El exorcismo de Emily Rose", se haya declarado fan de la cinta original de Robert Wise y haya tratado de llevarla de nuevo a la pantalla desde 1993; visto el resultado la película parece más fruto de un encargo que un proyecto personal y guiado por la pasión. Una pena.




Nota: 3,5

martes, 9 de diciembre de 2008

Estreno: "La boda de Rachel" (Jonathan Demme, 2008)

El irregular pero siempre interesante Jonathan Demme acoge en esta ocasión parte de los postulados del cine Dogma para regalarnos una estimulante y refrescante variante del género del "cine de bodas", con la vista puesta en filmes como "Celebration" de Thomas Vinterberg o "Un día de boda" de Robert Altman, más que en la lamentable saga de "El padre de la novia" (versión Steve Martin, por supuesto) o en bodrios como "La boda de mi novia".

El director de la extraordinaria "El silencio de los corderos" se propone rodar su propio video doméstico del acontecimiento y usando los mínimos medios y siempre cámara en mano nos introduce en el complicado ecosistema que constituye la disfuncional y singular familia que protagoniza el enlace a lo largo de los dos días que dura la celebración.

Un magnífico plantel de actores poco conocidos, con una estupenda y sorprendente Anne Hathaway a la cabeza, es el principal atractivo de una cinta que aborda con crudeza pero también con simpatía los trapos sucios de una familia con un oscuro pasado, en la que nadie es tan culpable ni tan inocente como pueda parecer en un principio.

La recuperación de la siempre excelente Debra Winger es otro de los alicientes de esta singular película en la que la hija del gran Sidney Lumet, Jenny Lumet, debuta como guionista tras una corta carrera como actriz.

Este retrato de la clase alta bohemia norteamericana flaquea en el desarrollo de alguno de sus personajes, no detallado con la suficiente profundidad, y que puede llegar a confundir respecto a su verdadero papel en la historia. A cambio nos regala una fascinante disección del destino de esos "hijos del amor" de mayo del 68, ahora convenientemente acomodados y enfrentados a los problemas familiares que, tal vez, nunca se plantearon afrontar. La cinta respira libertad, cultura y espíritu hippie por cada uno de sus poros, y las continuas referencias y subrayados musicales (algunas veces consiguen llegar a hartarnos) nos sirven como valiosos apuntes para el dibujo de muchos los personajes principales.

Escenas tiernas que rozan lo cursi se entremezclan con otras duras y desgarradas (estupenda la escena de la competición frente al lavavajillas), siendo la relación entre ambas hermanas, las excelentes Anne Hathaway y Rosemarie DeWitt, el motor que mueve esta turbulenta historia.

Muy adecuadamente ambientada, desde la decoración de la casa familiar con ese toque entre oriental y psicodélico, hasta las contínuas referencias musicales (desde Neil Young hasta el folcklore palestino) y ese aire entre dramático y despreocupado de los protagonistas confieren a la cinta un sabor especial, haciendo de "La boda de Rachel" una cinta diferente a lo habitual, colorista, multicultural y optimista a pesar de la dura historia que cuenta.

Jonathan Demme acierta en su cambio de dirección tras la mediocre "El mensajero del miedo" y se acopla sin problemas al cine más indie, volviendo la vista atrás hacia sus prometedores inicios con "Casada con todos" o "Algo salvaje", declarando su amor por la música como ya hiciera en "Stop making sense" de los Talking Heads o en sus grabaciones para Bruce Springsteen, New Order, Pretenders o Neil Young, y sobre todo demostrando una juventud y una buena salud cinematográfica fuera de toda duda.


Nota: 7