domingo, 23 de noviembre de 2008

Estreno: "Quantum of Solace" (Marc Foster, 2008)

La saga Bond está de enhorabuena. Tras la estupenda "Casino Royale" del "reincidente" Martin Campbell, su continuación está a la altura de lo esperado y nos descubre a un Marc Foster bien desenvuelto en el género de acción.

El punto de partida de esta entrega nº 22 es precisamente el punto en el que lo dejaba la anterior "Casino Royale", y será precisamente el afán de venganza del protagonista el motor que mueva la trepidante trama, en la que apenas hay momentos de respiro y que coloca el listón muy alto a posteriores entregas.

Los más puristas tendrán argumentos más que sobrados para criticar el nuevo rumbo que ha tomado la saga: este nuevo Bond es más rudo, más violento, menos mujeriego y tiene menos sentido del humor; además, "M" es una mujer. A cambio, la acción y la elegancia pasan a un primerísimo plano, se olvidan las frases lapidarias o los escarceos que en anteriores entregas no hacían sino entorpecer la trama y se va directo al grano, lo cual, desde mi punto de vista, es muy de agradecer.

La oportuna actualización del personaje es responsabilidad en parte del gran guionista Paul Haggis, quien en colaboración con Neal Purvis y Robert Wade (paradójicamente, responsables también de las últimas entregas con Pierce Brosnan "Muere otro día" y "El mundo no es suficiente" en las que la fórmula parecía ya agotada, así como de la deleznable "Johnny English") firma un guión complejo, ágil e incluso ingenioso, pero a su vez adolece de cierta ingenuidad en su afán de crear una política ficción de entidad, especialmente en sus teorías de la conspiración con respecto a la implicación de la CIA en los regímenes totalitarios sudamericanos, así como en el oportunista y trasnochado mensaje ecologista-libertador de los protagonistas.

Mathieu Almaric, el protagonista de la excelente "Finales de agosto, principios de septiembre" y de la extraordinaria "Munich" de Spielberg, parece haberse hecho ya un importante hueco en Hollywood, dando aquí vida al inquietante villano de turno, un ser cruel y lleno de complejos encarnado con suficiente solvencia y con la discreta presencia que requiere el personaje. Respecto a "nuestro" Fernando Guillén Cuervo, anunciado a bombo y platillo como "el malo de la película", apenas se deja ver en un par de secuencias.

Esta nueva etapa está también marcada por una reducción en el número de "chicas Bond" por entrega, limitándose a prácticamente dos en esta "Quantum of solace", la ucraniana Olga Kurylenko y la británica Gemma Arterton. La reducción en la cantidad de papeles femeninos viene acompañada por un mayor peso de los mismos en la historia, y si bien en "Casino Royale" la presencia de Eva Green era uno de los catalizadores de los acontecimientos, en este caso el papel de Olga Kurylenko, motivado al igual que Bond por su deseo de venganza, será fundamental en el desenlace de la cinta.

Marc Foster ha sabido crear un espectáculo entretenidísimo, trepidante y con cierta dimensión; a pesar de crear cierta confusión en las escenas de acción abusando de la cámara en mano y el montaje precipitado, en conjunto la película es divertida, plásticamente espectacular y coherente (a pesar de todo) con el resto de la saga.

Daniel Craig es, para quien escribe, el mejor Bond desde Sean Connery y tiene no pocos puntos en común con él. Dureza, crueldad, frialdad y elegancia se dan por igual manera en ambos y a partir de ahí ya es una cuestión de gustos. Timothy Dalton también reunía estas cualidades, pero su menor presencia y la mala suerte de haber aparecido en el momento más bajo de la saga jugaron en su contra. Roger Moore y Pierce Brosnan aportaron unas mayores dosis de comicidad y socarronería al personaje pero terminaron por agotar su fórmula. Craig reune la suficiente presencia física y elegancia, a la vez que la necesaria brutalidad y aparente falta de escrúpulos que necesita el agente del MI-6 en sus inicios, no olvidemos que estas nuevas entregas tratan del Bond anterior al que todos conocemos.

Merece la pena destacar la secuencia en la Ópera de Viena, donde un magnífico montaje paralelo nos muestra una espectacular puesta en escena de "Tosca", de Puccini a la vez que nuestro protagonista "hace su trabajo". La persecución inicial por las calles de Siena, igualmente en montaje paralelo con la carrera del Palio en la Plaza del Campo, la escena de la caída desde el avión o el final en el hotel del desierto son también momentos que merecen ser contemplados en pantalla grande. Una extraordinaria aportación a una saga que goza de una segunda juventud. Falte le hacía.


Nota: 7

domingo, 9 de noviembre de 2008

Estreno: "Red de mentiras" (Ridley Scott, 2008)

Lejos quedan ya los días en los que un no tan joven director británico procedente de la televisión irrumpía en Hollywood con una trilogía de películas en lo que supuso uno de los debuts más espectaculares que se recuerdan. Tanto "Los duelistas", magnífica adaptación de un relato de Joseph Conrad, como "Alien, el octavo pasajero" y "Blade Runner", ambas obras de culto y cimas del género de la ciencia ficción, hacían presagiar lo mejor sobre el cineasta. Pero hasta aquí llegó la cosa.

Los siguientes filmes de Ridley Scott fueron desde la curiosa anécdota ("Legend") a lo convencional ("Black Rain" o "La sombra del testigo"), pasando por un sonoro éxito que más tuvo que ver con el mensaje de la cinta que con su calidad cinematográfica ("Telma & Luise") para acabar hundiéndose en la mediocridad más absoluta (La soporífera "1492" y las insultantes "Tormenta blanca" y "La teniente O´Neill").

Pero el 2000 fue el año de su resurrección. Hollywood volvió a creer en él a tenor del desmesurado éxito de su "Gladiator", un filme lleno de virtudes y defectos casi a partes iguales y que se alzó con el Oscar a la mejor película ese año. "Gladiator" marcó el comienzo de una nueva juventud para Scott, quien desde entonces ha contado con el beneplácito de la crítica y el público, convirtiéndose en uno de los directores más rentables de Hollywood durante la presente década.

Así, el Ridley Scott del siglo XXI se ha caracterizado por abordar cintas de acción con un resultado muy superior a la media de sus colegas, situándose en este sentido casi en un mano a mano con Michael Mann, así como por enfrentarse a otra serie de películas de corte más intimista ("Un buen año" o "Los impostores") y de las que ha conseguido salir más que airoso. Es en ese primer grupo de cintas, al que también pertenecerían sus "Black Hawk derribado", "American gangster" o la mencionada "Gladiator", donde cabría incluir esta "Red de mentiras", vibrante y entretenidísimo thriller rodado con un gran pulso y que constituye su cuarta colaboración con ese monstruo de la interpretación que es Russell Crowe.

La principal virtud de la cinta es hacer que 128 minutos pasen en apenas un suspiro, ya que Scott apenas deja que la trama se relaje y consigue que esa sensación de que "algo puede pasar en cualquier momento" sobrevuele a lo largo de toda el metraje. Las escenas de acción, como también ocurría en "Black Hawk derribado", cortan la respiración pero no consiguen distraernos de una trama compleja en la que atentados, conspiraciones, tramas ocultas y, sobre todo, verdades manipuladas dirigen una dura historia de supervivencia y amistad en mitad de la mayor guerra que se libra hoy en día, y acerca de la cual la película se muestra pesimista hasta el límite.

Tal vez sea el punto de vista el mayor lastre de la cinta, ya que sus tímidos intentos críticos con la intervención estadounidense en Irak se quedan en apenas una anécdota de escasa entidad, y lo que a priori podría parecer un filme contestatario se revela como un blockbuster de lujo dirigido al puro entretenimiento.

Crowe y Di Caprio están estupendos, el primero en un papel cómodo, similar al desarrollado en "Un buen año", pero con unas dosis de cinismo y socarronería añadidas que lo convierten en el contrapunto perfecto al resto de la dura y sangrienta historia. Di Caprio, en un papel que comparte no pocas similitudes con el de "Diamante de sangre", es quien lleva el peso dramático de la cinta, tarea que resuelve con absoluta solvencia y convicción hasta el punto de tener pocas escenas a lo largo de la película que no requieran caracterización.

Scott nos propone una descripción del enfrentamiento entre el pasado y el futuro en esta guerra que los dueños de los satélites, de los móviles e internet tratan infructuosamente de ganar a los primitivos, fanáticos y destecnologizados fundamentalistas musulmanes. El recurso de la vista desde el avión espía, que muchas veces a lo lago de la cinta nos ayuda a colocarnos en situación, es una valiosa metáfora de lo inútil que la tecnología resulta en una guerra de estas características.

Las influencias más inmediatas de la cinta pueden rastrearse en la magnifica "Munich", de Spielberg, así como en la entretenida pero ñoña "The Kingdom", de Peter Berg o en la mediocre pero inquietantemente visionaria "Estado de sitio" de Edward Zwick, aunque sobre todo es su "Black Hawk down" la que estilísticamente más podría identificarse con esta recreación de la "guerra de América contra el fanatismo".

En definitiva, un paso más de Ridley Scott hacia la excelencia comercial y bienhacer artesanal, a la vez que un paso más alejándose del estatus de "director de culto" que sus tres primeras y excelentes cintas le confirieron. Parece que su siguiente aventura le llevará por este mismo camino, una adaptación de la historia de Robin Hood de título "Nottingham" en la que el famoso arquero de Sherwood será interpretado por....¿adivinan quién?
Nota: 7