martes, 24 de mayo de 2011

Estreno: "Midnight in Paris" (Woody Allen, 2011)

Siendo esta la primera película de Woody Allen cuya fotografía ha sido tratada digitalmente en lugar de usar el tradicional método de la coloración fotoquímica, es probablemente una de las películas de su filmografía que más clasicismo rezuma por cada fotograma. La ya conocida y declarada querencia del director neoyorkino por la capital francesa desborda la pantalla en esta auténtica declaración de amor filmada desde el punto de vista no ya de un simple turista accidental, sino de un amante que cae rendido ante los encantos de la maravillosa ciudad y de la magia que esconden sus históricos rincones.

Es esta vez Owen Wilson el elegido para interpretar al alter ego de Allen, papel en el que parece encajar a la perfección visto el resultado y conociendo de antemano la trayectoria vital de este atormentado actor con, al menos, un intento de suicidio a sus espaldas, y perfectamente arropado por esas dos bellezas y a la vez estupendas actrices que son Rachel McAdams y Marion Cotillard.

Pero la verdadera protagonista es París. El comienzo a base de preciosas postales de la ciudad nos prepara para asimilar el punto de vista de Wilson-Allen y desear aunque sea por 90 minutos retirarnos a vivir para siempre a esa ciudad. Más allá de la mera postal turística Allen plantea una historia sobre el valor y la sinceridad como requisitos para alcanzar la felicidad, verdadero tema de un film manejado con un entusiasmo y una energía que no parecen provenir de un director de 76 años.

El juego que propone Allen al situar la acción en diferentes épocas no es más que un homenaje a esa época en la que a Allen, sin duda, le hubiera gustado estar presente y que supuso el germen de las principales corrientes artísticas y culturales del siglo XX, cuando París era la auténtica capital del mundo. Las apariciones de Hemingway, Buñuel, Dalí, Man Ray, Belmonte, F. Scott Fizgerald, Cole Porter y demás son sin duda la fantasía materializada de un autor que no esconde sus influencias y que defiende la nostalgia como recurso contra la banalidad, chabacanería y superficialidad de la época que le ha tocado vivir.

Toques de ingenio en forma de memorables frases ("tú elevas a arte el concepto de groupie") o inesperados giros de guión, espléndidos planos secuencia, gran dirección de actores, perfecto trazo de sus personajes, respeto por sus influencias y absoluta libertad creativa se dan la mano de forma especialmente afortunada en este nuevo regalo en forma de película del genio de Nueva York.

Es "Midnight in Paris" a mi juicio, una de las mejores películas de la carrera del director neoyorkino, que puede mirar de frente y sin prejuicios a cualquiera de sus grandes obras ("Hannah y sus hermanas", "Annie Hall", "Manhattan", "Maridos y mujeres", "Match point"...) y que sin duda se erigirá durante años como la gran película sobre la maravillosa ciudad de París hecha en este siglo XXI.



Nota: 9

lunes, 14 de febrero de 2011

Estreno: "Valor de ley" (Joel y Ethan Coen, 2010)

El papel del marshall Rooster Cogburn, salido de la pluma del escritor Charles Portis, lleva dando de sí desde finales de los años 60 cuando la gran interpretación de John Wayne en el "Valor de Ley" de Henry Hathaway le proporcionó el único oscar de su carrera . El personaje sería retomado 6 años después en la postrera e inferior "El rifle y la biblia" repitiendo John Wayne esta vez junto a Katherine Hepburn, e incluso Warren Oates se pondría en la piel del héroe tuerto en una tardía revisión de "Valor de Ley" hecha para televisión en 1978.

Más de 4 décadas después de la adaptación de Henry Hathaway, que con esta firmó su última gran obra, los hermanos Coen retoman la novela de Portis para ofrecer su personal visión de la historia, alejada del lirismo y la épica de la primera versión pero aportando su sello personal en la forma de diálogos imposibles, humor surrealista, personajes al límite, violencia explícita e impecable factura formal.

Precisamente el mayor handicap de esta notable versión reside en su falta de épica, su casi aséptico punto de vista sobre los acontecimientos, sacrificando emoción por precisión, vitalismo por pesimismo, lirismo por realismo, romanticismo por rigor estético y narrativo.

Sin embargo los Coen se muestran una vez más como unos maestros de la dirección de actores, capaces de extraer de cada intérprete las antípodas de sus registros habituales (véase a George Clooney, Brad Pitt o el propio Jeff Bridges en sus anteriores colaboraciones), a la vez que unos consumados autores capaces de alejar un western de las huellas del cine de género y hacerlo parecer más "una película de los Coen" que una del oeste al uso.

Es, precisamente, esta capacidad de los Coen para extraer lo que quieren exactamente de un actor lo que, unido al talento sobrenatural de Jeff Bridges, posiblemente el mejor actor de su generación, nos regala una de las mejores actuaciones del año, esa revisión de Rooster Cogburn que no tiene nada que envidiar a la caracterización que el gran John Wayne hizo en su momento.

En breves pero intensos papeles tenemos a dos estupendos actores en extraños papeles, Josh Brolin como un redneck con una forma de hablar irreconocible y un caracterizadísimo y solvente Barry Pepper en el papel de un ambiguo villano, ambos protagonistas de un tramo final de la película en el que los Coen rompen con el tono austero de la cinta para permitirse una pequeña concesión a la épica y la emotividad que a pesar de resultar algo discordante con lo visto hasta el momento no deja de ser agradecido.

Un Matt Damon, cada vez mejor actor, y especialmente la niña Hailee Steinfeld, también dejan notar la mano de los hermanos Coen como excelentes directores de actores: Hailee Steinfeld se muestra segura, desacomplejada, no desentonando en las réplicas a gigantes como Bridges, Damon o Brolin y consiguiendo transmitir la dureza, templanza y determinación que el personaje de Mattie Ross necesita.

El sobresaliente apartado técnico y artístico, abundantemente nominado en las correspondientes categorías de los oscar de este año, contribuye a plasmar el sello de autor de los hermanos Coen quienes apoyados principalemente en la sobria fotografía de Roger Deakins y la estupenda música de Carter Burwell, colaboradores habituales a lo largo de casi toda su filmografía, dibujan un retrato de los últimos años del salvaje oeste con trazo fino y minucioso repleto de pistas que nos conducen a descifrar la procedencia de una película de autor disfrazada de cine de género, a un territorio fronterizo donde la calidad y la personalidad se solapan con el mainstream y en el que podemos encontrar tanto personajes que escupen diálogos de antología como duelos a revólver de uno contra cuatro donde sabemos quien saldrá victorioso.


Nota: 7,5

lunes, 31 de enero de 2011

Estreno: "El discurso del rey" (Tom Hooper, 2010)

De entre las muchas virtudes de esta película del director londinense Tom Hooper cabría destacar, tal vez, el impecable trabajo del reparto encabezado por dos de los mejores actores de los que puede se disfrutar en la actualidad, Geoffrey Rush y sobre todo Colin Firth, secundados por un auténtico plantel de lujo que incluye a Helena Bonham Carter, más comedida y elegante de lo que últimamente nos tiene acostumbrados, Derek Jacobi, Michael Gambon, Guy Pearce o Claire Bloom.

De un guión extraido de una mera anécdota, que en otras manos apenas daría para completar un sencillo mediometraje, Tom Hooper extrae auténtico oro realizando un finísimo examen de caracteres a la vez que una acertada disección de los mecanismos del poder ayudado, además de por el impresionante trabajo actoral, por un exquisito diseño de producción y por el extraordinario libreto con el que nos ha sorprendido el, hasta ahora guionista de televisión y de largometrajes de animación para la Warner, David Seidler.

Hooper, que ya dio muestras de su talento como director de actores en su anterior y notabilísima "Damned United" (en la que consiguió la que probablemente sea la mejor actuación de Michael Sheen hasta la fecha), se muestra como un maestro de los tempos conduciendo con pulso firme un metraje que no llega a hacerse excesivo en ningún momento y que, a ritmo de crescendo, nos aboca a un emocionante clímax final acompañado por la música de Beethoven.

Son muchas y muy interesantes las lecturas que ofrece la película, desde una historia de lucha personal por la superación hasta una radiografía de la amistad entre dos hombres totalmente diferentes, pasando por un retrato de los mecanismos del poder monárquico a principios del siglo XX pero, sobre todo, un certero análisis del poder de la comunicación audiovisual y de la importancia de la calidad del mensaje por encima de su contenido, representado magistralmente en la escena en que el rey tartamudo escucha admirado un discurso de Hitler y reconoce que a pesar de no saber lo que dice, lo dice muy bien.

Pero Hooper no es sólo un director de actores y se empeña en demostrarlo a base de elocuentes planos meticulosamente compuestos y magníficas escenas como las de las sesiones de tratamiento del rey o el exquisitamente fotografiado paseo por el parque bajo una niebla que, poco a poco, se va dispersando y dando paso a un día soleado.

Es "El discurso del rey", en definitiva, un auténtico festín para los amantes del buen cine, un banquete para los sentidos en el que la avidez por la belleza estética, el talento actoral, la inteligencia en los diálogos o la precisión en la reconstrucción histórica se verá ampliamente satisfecha.


Nota: 8,5